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El destino turístico predilecto de los colombianos tiene, además de la belleza del mar, un drama de desaparición que ha golpeado a sus familias durante los últimos 18 años.
San Andrés y Providencia sufrió en este lapso la desaparición de cerca de 700 isleños, según lo recopiló en su libro Los hijos del paisaje, la escritora María Matilde Rodríguez, quien, a través de una serie de relatos, narró el drama de las familias que no saben qué pasó, ni dónde están sus seres queridos.
“Visité familiares y amigos en la isla para conocer sus casos y todos tienen una carga de sentirse apenados, porque la persona desaparecida puede estar asociada al narcotráfico”.
Aunque la cifra de la escritora es, si se quiere es escandalosa, el reporte del Instituto de Medicina Legal, con corte a agosto 30 de este año, habla de 120.104 colombianos desaparecidos, de los cuales solo 22 están reportados en la isla.
No obstante, la escritora se mantiene en su cifra y explicó que por “temor o vergüenza”, las familias no denuncian. “Creen que sus familiares están en cárceles de países centroamericanos o simplemente cayeron al mar”.
EL COLOMBIANO llamó, escribió e intentó contactar al gobernador de San Andrés, Ronald Housni, para hablar de esta situación, pero desde su despacho respondieron que, después de revisar el cuestionario enviado por correo electrónico, la Policía y la Armada debían responder. “El gobernador no puede dar declaraciones sobre cifras que no maneja”, aseguraron en el correo.
El contralmirante de la Armada Walter Villegas, quien dirige el Comando Específico de San Andrés y Providencia, sostuvo que “no hay datos exactos ni oficiales que corroboren la información” y agregó que es una cifra que en la que no se “decantó totalmente la información”.
En cuanto a los operativos, aseguró que cuenta con alrededor de 800 uniformados garantizando la seguridad de la isla y ejerciendo soberanía en el Archipiélago. “La lucha contra el narcotráfico en el Caribe es frontal e interinstitucional. Hemos establecido un cerco a la salida de lanchas rápidas y gracias a esto hemos logrado (este año) incautaciones de 750 kilogramos de cocaína y otros 42 kilos de clorhidrato que intentaban sacar en lanchas”.
Para Ariel Ávila, analista de la Fundación Paz y Reconciliación, esto es una mala herencia de la lucha de poder entre Los Urabeños y Los Rastrojos, en la que los primeros se quedaron dominando el Pacífico, mientras que los segundos encontraron asiento en el Caribe, por lo que se ubicaron en San Andrés.
“Enviaban la droga y allí contrataban muchachos para que llevaran las lanchas rápidas y posteriormente desaparecían”, sostuvo Ávila.
El analista destacó que, aunque ese fenómeno estuvo controlado, desde hace unos cinco o seis años volvió a tomar fuerza, a pesar de la “interdicción aérea” de Estados Unidos.
Si bien las cifras varían entre las oficiales y las de la escritora, ambos flagelos golpean en la isla y no deben ser abordados como un mal menor. En San Andrés no hay forma de tener cultivos o laboratorios para el procesamiento de drogas. Sin embargo, por su cercanía con centroamérica, se convierte en un lugar estratégico para el transporte de drogas en lanchas rapidas, conocidas como ‘go fast’ .