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El mes de agosto inició con una gran noticia para los habitantes del municipio de Carmen de Chucurí, Santander: sus caminos rurales ya se encuentran libres de minas antipersona y explosivos improvisados.
Fueron 25 años en los que la movilidad estuvo restringida por cuenta de los grupos armados ilegales, que aunque hace más de una década no se encuentran por el Carmen, si dejaron una herencia que continuó afectando a la población civil en esa parte del país.
Las minas y explosivos improvisados, que fueron instalados en su mayoría por las guerrillas de las Farc y Eln, dejaron, desde 1990, un total de 10 personas muertas y 23 heridas. El último caso ocurrió en enero del año 2000 cuando un hombre activó uno de los explosivos y murió. Desde ese entonces, los carmeleños tuvieron que convivir con ese flagelo.
María Cristina Quintero Mancilla, habitante de la vereda Quinal Bajo, asegura que lo que están viviendo ahora es una bendición, “respiramos aire puro”, dice.
Esas trampas mortales como María Cristina llama a las minas, no solo le quitaron a su papá, también condicionaron por muchos años su vida y la de su familia.
“Mi papá pisó una de esas cosas el 21 de noviembre de 1991, desde ahí todo cambió para nosotros, nos tocó abandonar el pueblo por unos días y cuando regresamos tuvimos que aprender a vivir con esos explosivos en el camino”, añade esta habitante de el Carmen de Chucurí.
Recuerda que a sus dos hijos, les tuvo que enseñar a caminar por la vereda para poder ir a la escuela, la orden era clara: no desviarse del camino y mucho menos tocar o agarrar cualquier basura o elemento extraño que estuviera en la vía.
“Es que el peligro siempre estuvo latente, en el mismo sitio donde murió mi papá encontraron un año después otras 12 minas que tuvieron que ser destruidas. Ahora gracias a Dios la vida nos cambió y todos estamos agradecidos porque esas historias tan horribles no se van a tener que repetir”, aseguró María Cristina.
La descontaminación de este municipio se logró con la ayuda de Brigada de Desminado Humanitario, la cual, después de siete años de trabajo (inició actividades desde el 14 de marzo de 2011), logró el despeje de más de 42 mil metros cuadrados, la destrucción de 130 minas, 11 municiones sin explotar y benefició a por lo menos 20.099 personas en la zona rural de esa población de Santander.
“En esta zona hubo control total del Eln, Farc y paramilitares quienes contaminaron con minas. Hoy hemos podido avanzar en proyectos como Santander Bio en la serranía de los Yariguíes. Con el Carmen, Santander ya tiene cinco municipios (San Vicente de Chucurí, Sabana de Torres, Barrancabermeja y Macaravita) libres de minas antipersonal lo que es una gran noticia”, dijo el gobernador de Santander, Didier Tavera Amado.
Por su parte, el general Óscar Rey, comandante de la Quinta Brigada del Ejército, agregó que “es un honor para los héroes del Ejército Nacional entregar estas prósperas tierras libres de amenaza de minas antipersonal. Estamos cumpliendo con el concepto de estabilización trazado por el Gobierno Nacional”.
Como el Carmen de Chucurrí ya son 264 municipios que se encuentran libres de minas antipersonal en Colombia.
El director para la Acción Integral contra Minas Antipersonal Descontamina Colombia, Sergio Bueno Aguirre, afirmó que estos avances han sido posibles gracias a las ventajas que trajo el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc. “Hoy el 63 % de los municipios del país está libre de minas antipersonal. A la fecha son 264 municipios declarados libres de reporte o sospecha de minas antipersonal”.
El funcionario añadió que con las operaciones de desminado que adelantan, la capacidad nacional representada en la Brigada de Desminado Humanitario, la Agrupación de Explosivos y Desminado de la Infantería de Marina y diez organizaciones civiles, nacionales y extranjeras, “ya se han liberado 6.495.352 metros cuadrados, de un total de 52 millones de metros cuadrados estimados de contaminación”.
Además, Bueno resaltó que el país ha registrado un descenso importante en el número de víctimas de minas antipersonal y municiones sin explotar. “En el 2016, se registraron 89 víctimas, una reducción del 62% frente a 2015, y 93% menos en comparación con el 2006, año en el cual se tiene el registro con el mayor número de víctimas en Colombia: 1.232”, agregó.