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Sergio González Rodríguez es un mexicano muy conocido por su investigación periodística sobre feminicidios en Ciudad Juárez. Sin embargo, es también un novelista de gran ingenio y bajista de una banda de rock.
Háblenos primero de su pasión rockera.
“Durante doce años, hasta 1980, teníamos una banda de rock pesado llamada Enigma. Cantábamos en inglés y en español. Yo toqué guitarra, batería y bajo. Este me gusta porque es el latido del corazón, el impulso vital. Grabamos varios álbumes, en una época en que el rock, en México, era perseguido”.
¿Por qué abandonó la
música?
“Tocamos hasta que mi hermano, Pablo, guía, voz principal y guitarrista del grupo, murió. Por esos días, me volé los oídos con los sonidos a alto volumen y el médico me sugirió que dejara de tocar. No me ganaba la vida con eso y lo dejé. Sigo pensando que el rock es muy importante. Hace cinco años volví a tocar con unos sobrinos. Nos sentimos bien haciéndolo”.
Ahora sí, háblenos de Huesos en el desierto, su investigación de los feminicidios
“Estaba en el periódico Reforma. Decidimos investigar homicidios sistemáticos contra mujeres en Ciudad Juárez, cerca a la frontera con Estados Unidos. Hubo también violaciones y asesinatos. La mayoría de los casos quedaron en la impunidad.
En la etapa fuerte de esos hechos, surgió el verbo ‘levantar’. Levantaban a jóvenes de familias pobres, por lo general trabajadoras de maquilas, y se las llevaban secuestradas. La causa: esas muchachas, al trabajar y estar en las calles, retaban el establecimiento masculino, eran miradas con animadversión.
Publicamos crónicas y reportajes de esos hechos, cuyos victimarios tenían, en ocasiones, vínculos con organizaciones de narcotraficantes, personajes del poder o de la policía, o hacían parte de familias acaudaladas”.
Esa realidad también la sufrimos en nuestro medio
“Las sociedades de América Latina compartimos la tragedia de la violencia contra las mujeres. Se ha hallado como causa que provenimos de sociedades patriarcales, con herencias judeocristianas y católicas, promotoras de represión. Pero he ido más allá de eso. Sigue habiendo preeminencia de los hombres sobre las mujeres. Incluso en sociedades civilizadas, impera la marginación de las mujeres, en todos los ámbitos”.
¿Y en su faceta de novelista, cómo es el proceso
creativo?
“Normalmente, todo parte de ideas abstractas; situaciones que van generando una trama. Tengo y voy escribiendo en la cabeza una novela durante dos, tres o hasta cinco años. De pronto, un día me sale de una vez. Por ejemplo, hace unos meses estuve en Berlín. Me situé sobre un puente hermoso construido en el siglo XIX. Me pregunté: ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’. Y, después, pensé: Qué tal si escribo una novela en la que el personaje se pare en este puente y se pregunte: ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’. En cuanto a la creación de personajes, cualquiera que escriba sabe que uno es el medio y los personajes lo escriben a uno.
En mí, la creación literaria es un proceso muy intuitivo. Es decir, un pensamiento a alta velocidad. La creatividad es una sustancia que me posee y la vierto. Ernst Jünger dice que el escritor de prosa, poesía o drama, es un ser de las musas. Me pliego a él en esta definición”..