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Poco antes de la Independencia, el alumbrado de las casas, por Navidad, era obligatorio. El vecino que no lo cumpliera, recibía una sanción. Esta práctica alegraba la Villa de la Candelaria.
Germán Suárez Escudero, historiador, cuenta que los alumbrados se inspiran en iluminaciones a la Virgen. Devociones antiguas que se afincaron en Sevilla, España.
“La iluminación de nuestra ciudad consistía en tendidos de velas, no de colores, porque no había variedad, ni pequeñas como las de hoy. Eran hechas en casa con unas telitas de cera labrada, que se envolvían sobre un pabilo de tela”.
En las iglesias las ponían cubiertas con briseros, unas vasijas de vidrio, para que no se apagaran con el viento y para que las chispas que arrojaba la candela no fueran a causar un incendio.
Según Suárez Escudero, las primeras celebraciones decembrinas de Medellín comenzaron en 1800. Del 3 al 8 de diciembre de ese año, hubo iluminación nocturna con “luces, lámparas y fogonadas”.
Corona de adviento y velitas
Hay dos símbolos con velas entre los católicos, en diciembre, dice monseñor Jorge Aníbal Rojas Bustamante, párroco de la parroquia Santa Juana de Arco.
La corona de adviento, que se enciende los cuatro domingos del mes. Es circular porque representa el principio y el fin, el alfa y el omega. De guirnaldas verdes, porque este color simboliza la esperanza. Se acompañada de tres velas moradas y una rosada. Se encienden moradas el primero, el segundo y el cuarto domingos; la rosada, el tercer domingo, porque representa la alegría de que viene Navidad. La corona se pone en un lugar visible del templo o de la casa. “Las velas son testimonio de luz y calor. Jesucristo es la luz del mundo. Las del 7 y 8 de diciembre corresponden a una tradición muy nuestra”. El 8 es día de la Inmaculada Concepción.
Es una tradición bonita que debe conservarse. “Sin esta fiesta, diciembre tendría sabor diferente...” .