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Para los colombianos hablar de Argentina resulta familiar. El tango y, en él, Gardel; Borges, Cortázar y Sábato; el fútbol; el churrasco; la pampa... Es por la cercanía cultural, por supuesto. Sin embargo, de países como Croacia no resulta tan sencillo.
Casi todos tenemos claro que la nación eslava hizo parte de Yugoslavia, situado en la Europa del Este. Que fue comunista hasta hace unos años y sus habitantes son dueños de la disciplina propia de esos pueblos hastiados de guerras.
Croacia tiene historia antigua y participativa en el Viejo Continente. Su suelo ha estado habitado desde el paleolítico y su pueblo llegó a hacer parte del Imperio Romano. Una idea así, de tiempos lejanos y ciudades luminosas, menciona el poeta croata Drago Stambuk en su poema Spalatum:
Fantasmagórica Capitanía de color amarillo oscuro,/ flota cansada en el espacio de los tiempos./ Yo, minúsculo, como si nunca hubiese estado allí,/ perdido entre las palmas viejas, de espaldas al palacio oscuro,/ presintiendo todos los desastres posibles y las muertes delicadas./ ¿A al frente, Dios mío, estuvo el mar?
Jorge Luis Borges comentó que “los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas, y los argentinos de los barcos”, para señalar que sus paisanos son europeos nacidos en el exilio. Sin embargo, en el último censo del país suramericano, casi un millón de personas se identificaron como indígenas.
De El gaucho Martín Fierro, de José Hernández, estos versos:
Aquí me pongo a cantar/ al compás de la vigüela,/ que el hombre que lo desvela/ una pena extraordinaria/ como la ave solitaria/ con el cantar se consuela.