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Sobre el escenario, John Carlin, periodista y escritor inglés, sacó su celular para tomar fotografías al público que llenaba el salón Santa Clara. El nombre de su conversación era Retratos de Sudáfrica y se refería al héroe y al antihéroe: el líder Nelson Mandela y el atleta condenado, Oscar Pistorius.
A los dos ha dedicado libros, La sombra de la verdad, sobre el caso Pistorius, y La sonrisa de Mandela y El factor humano, que se llevó al cine bajo el título Invictus, que retratan al mandatario, que él llama “el gran político de nuestros tiempos, que vendió lo imposible: el perdón, la reconciliación”.
A finales de los ochenta, fue enviado como corresponsal a Sudáfrica por The London Independent, lo que le permitió cubrir de cerca el proceso que allí se vivió, y ha escrito artículos y columnas para diarios como El País, de España, y The New York Times.
Recientemente publicó una biografía sobre el tenista Rafael Nadal.
Carlin, que habla con fluidez y emoción de política y de deportes, afirma que le gusta estar en Colombia en un momento tan decisivo para la paz. El autor participa en el Hay Festival Cartagena que se cierra hoy y esto le contó a EL COLOMBIANO.
Es muy común aquella frase que dice que la realidad supera la ficción y que en los hechos reales hay material de sobra para escribir. ¿Qué lo ha llevado a escribir las historias que ha reflejado en sus libros?
“Pues en parte, precisamente, por esto. La historia de mi último libro, sobre Pistorius, no se podría vender como novela de ficción porque nadie se la creería. La de Mandela en El factor humano, tampoco. Un líder como él no es creíble en los tiempos que corren. Pero libros como los que escribí sobre Nadal y el Real Madrid son otra cosa. Son temas que me interesan, por el deporte, y porque son taquilleros. Yo me gano la vida vendiendo palabras”.
Precisamente, al leer las primeras páginas de su libro sobre Pistorius, uno siente que está accediendo a una historia de ficción. ¿Cómo fue la experiencia de adentrarse en la vida de este personaje?
“Ante todo, muy difícil el proceso. Tuve que abrir una brecha en la gran muralla de desconfianza que Pistorius y su familia construyeron alrededor de él, comprensible dada la delicadeza del tema y que había un juicio de por medio. Una vez que lo logré fue fascinante el proceso de entender que Pistorius no es un monstruo, sino alguien a quien se reconoce humano, víctima del azar, de factores sobre los que no tenía control, que lo condujeron a extraordinarias hazañas y a un desenlace fatal”.
Siendo un juicio tan mediático y él un personaje público, ¿cómo fue para usted mantenerse enfocado en lo que quería contar?
“Cuando uno tiene fecha de entrega para un libro enfocarse no es difícil, es inevitable”.
¿Cómo recuerda esos primeros días en Johannesburgo, cuando llegó allí como corresponsal?
“Devastador ver la eficacia de la barrera que separaba a los negros y los blancos. Los primeros contactos con Mandela sirvieron para entender que nunca conocería a otro líder político de su altura”.
¿Qué significó él para usted?
“Me enseñó o reconfirmó, que la generosidad y el respeto son las dos grandes virtudes a las que uno debe aspirar”.
El factor humano e Invictus tocaron a la gente de manera especial. ¿Cómo fue para usted esa transición de la historia del libro al cine?
“Una enorme sorpresa. Pero muy grata, porque una historia en la que creía se difundió por todo el planeta. Y me pagaron bastante bien también”.
Usted se ha movido entre la política y los deportes. Parecerían estar en polos opuestos. ¿Cómo lo siente usted?
“Son dos variantes de la condición humana que tienen mucho en común. Uno nutre al otro. El fútbol, por ejemplo, mueve emociones como ningún otro fenómeno social. Políticamente se puede usar para movilizar a la gente hacia el mal o el bien”.
Alguna vez fue River, luego el Manchester United, ¿ahora es hincha de algún equipo o prefiere ser un observador sin tanto apasionamiento como antes lo experimentó?
“Ahora soy un gastrónomo del fútbol. Lamentablemente, he perdido la loca pasión del aficionado”.*Invitada por el BBVA