viernes
7 y 9
7 y 9
Hay generaciones que no saben de la vida de Rodrigo D. No Futuro. No han escuchado de su amor por el punk y la batería, de su caminar por los barrios o de su muerte prematura.
Tal vez los papás le hayan contado a sus hijos algo de esa película que partió en dos la historia del cine nacional, al convertirse en el primer filme colombiano exhibido en la selección oficial del Festival de Cine de Cannes, el más importante del mundo.
Este filme de 1990 dirigido por el antioqueño Víctor Gaviria es uno de los afortunados que ha hecho parte del proceso actual de restauración y preservación que viene realizando la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.
“Es un proceso para que no sólo existan como archivo, sino para que además se puedan ver en formatos actuales, es decir en formatos digitales”, explica Juana Suárez, consultora en preservación de medios audiovisuales para Proimágenes Colombia.
Una labor en la que la Fundación ya suma tres décadas de trabajo arqueológico con filmes como Bajo el cielo antioqueño (1925) o Golpe de gracia (1944), y que en el momento se enfoca en la restauración y preservación de películas como El embajador de la India (1987), dirigida por Mario Ribero; Pisingaña (1985) realizada por Leopoldo Pinzón y Pura Sangre (1982) de Luis Ospina, entre otras joyas de la historia del cine colombiano.
Las películas renacen
Gaviria ha estado durante varios días colaborando con la restauración de Rodrigo D. No Futuro.
Acompañado por Rodrigo Lalinde, quien fue el director de fotografía de esta cinta, el cineasta pasó cuatro días en jornadas de ocho horas revisando la imagen y el sonido de su ópera prima.
“Me resultó algo increíble hacer parte del proceso. Ver de nuevo Rodrigo D. No Futuro con mejores colores, mejor contraste y mejor sonido fue reencontrarnos con el pasado y ver renacer la película”, sostiene Gaviria.
Agrega que la remasterización del sonido le permitió escuchar mejor a varios de los personajes del filme, entenderlos mejor. “Se nos presentan en toda su dimensión, en toda su vitalidad. Además, nos sorprendió a Rodrigo y a mi lo actual, lo vigente que sigue siendo la película”.
Ahora bien, otro que acompañó el trabajo de restauración y preservación de sus obras fue el cineasta caleño Luis Ospina, quien ha visto cómo reviven sus filmes En busca de María (1985), que codirigió con Jorge Nieto, y Pura Sangre, cinta protagonizada por Florina Lemaitre, Carlos Mayolo y Humberto Arango.
Ahora bien, a la pregunta del por qué se vienen restaurando estas producciones cinematográficas en específico, la consultora de Proimágenes Colombia responde que estos filmes tienen una gran demanda para ciclos y retrospectivas, tanto nacionales como internacionales.
“Ese es el caso particular de Gaviria y Ospina. En los otros casos, había una necesidad de actualizar el formato de exhibición para que puedan circular en soporte digital y cobrar una nueva vida. Pero el objetivo general del proyecto actual es recuperar el archivo de cine de la época de Focine, las películas que se hicieron en los años 80”, indica Suárez.
Agrega la consultora que ya no quedan espacios comerciales en el país donde se puedan ver películas en 35 mm.
“Y aunque de algunas de las películas que conforman este proyecto se han hecho telecine o migraciones digitales, ameritaban los beneficios de la preservación digital que permite enormes mejoras tanto en imagen como sonido”.
La importancia
Antes de que las películas colombianas exhalen su último aliento, la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, apoyado por Proimágenes Colombia y el Fondo de Desarrollo Cinematográfico se ha propuesto salvarlas y darles una segunda oportunidad.
Como médicos audiovisuales, la Fundación viene adelantando desde hace 30 años la labor de conservar y restaurar la memoria del cine y la televisión nacional.
Un trabajo que no muchos conocen pero que ya se ha disfrutado, por ejemplo, en trabajos como la caja de colección con textos en español e inglés, fotografías y filmografía que se sacó del actor, escritor y director Carlos Mayolo realizada entre 2014 y 2015.
Aquellas preservaciones son importantes no solo por ser el trabajo fílmico del país, la historia del cine colombiano, sino porque de esta manera las generaciones futuras tendrán referencia de cómo fuimos y somos ahora.
Así lo cree el director de cine Sergio Cabrera, quien añade que son estas cintas preservadas la demostración de cómo se ha construido esta nación.
“Es entrar al álbum familiar de Colombia. Para las familias aquellas fotos son muy importantes, lo mismo pasa con las películas. Salvaguardarlas es una obligación”, dice Cabrera.
“Si en la época en que vivió Simón Bolívar hubiera existido la fotografía y se pudiera observar cómo era Bogotá o Santa Fe de Antioquia, hubieran sido tesoros para las generaciones que no conocimos esa época. Lo mismo sucede con las películas que se preservan y restauran”.
“No es solo el patrimonio audiovisual. Es como el erario público fílmico del país. No se puede perder. Hay que conservarlo para la identidad nacional”, propone el director.
El ciudadano y el crítico
Ahora bien, mantener vivo el legado audiovisual de Colombia es un trabajo que beneficia no solo a los cineastas o futuros realizadores.
El crítico de cine que quiere aprender más del contexto cinematográfico nacional, así como el ciudadano que solo quiere recordar o conocer cómo era la vida del país en las décadas anteriores son también beneficiarios.
Andrés Felipe Durán García, crítico de cine y director de Séptimo Arte Cine y Teatro, habla desde las dos perspectivas.
“Tener el registro audiovisual del país permite al ciudadano ver cómo evolucionó su ciudad. Encuentra en esas películas la nostalgia, aprende cómo vestían en tal época o cómo era el diseño de los vehículos. Vemos a través de ese cine, por ejemplo el de Víctor Gaviria, la crudeza de la vida y se puede contrastar con lo que vivimos ahora. ¿Ha cambiado la forma de vivir de la gente? ¿Sigue vigente la miseria y nos refleja quiénes están mal: si nosotros o el Estado que no hace nada?”, comenta el crítico.
Ya desde la mirada del cinéfilo, dice Andrés, es bueno conservar el patrimonio pues muchas de las películas hechas en celuloide y nitrato se vendieron, se quemaron o simplemente desaparecieron.
Excelente para quienes organizan cine clubes. Que puedan hacer uso de estos recursos restaurados “y acabar con ese mito de que solo se hace cine del narcotráfico, que vean cómo en aquel cine se usaban contextos políticos y sentimientos como el amor”, concluye Durán García.
Preservar lo de ahora
Cuando se habla de preservar el patrimonio fílmico, las personas lo asocian al material antiguo. Sin embargo, el director de cine, Carlos Arbeláez, recuerda la importancia que también es preservar lo que se hace ahora en cine y televisión, donde la tecnología, la inmediatez y las facilidades que esto trae pueden ser un peligro para el trabajo audiovisual.
“El video y el cine digital abarataron costos y ayudaron a que llegue a más personas. No obstante, ese archivo no es tangible en muchos casos, está en lo que llaman la “nube”. El formato CD, DVD o Blu-ray también se deteriora, es un material frágil, por ello, hay que pensar también en la preservación de lo actual”, aduce Carlos.
Imagina el director de Los colores de la montaña cómo se preservará su trabajo y el de sus colegas cineastas; cómo otras generaciones en 30 años podrán ver sus filmes.
“Los colores de la montaña quedó en celuloide, pero por ejemplo mi último filme: Eso que llaman amor está en DVD o Blu-ray pero en poco estos serán obsoletos. Es por esto que también se debe poner atención a los trabajos actuales”, concluye el director.
La labor de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano seguirá su curso como lo hace desde su creación en 1986. Un trabajo silencioso que no muchos conocen, pero que mantiene viva la memoria audiovisual del país para todas las generaciones.