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“And the Oscar goes to...” y Jennifer Lawrence no dijo Leonardo DiCaprio. Había ganado el Globo de Oro por su papel en El lobo de Wall Street y su nombre sonaba, una vez más, para recibir el premio.
Finalmente el elegido fue Matthew McConaughey, por su papel en Dallas Buyers Club y, antes de subir al escenario a agradecer el premio, se acercó a abrazar a DiCaprio, que una vez más parecía el novio plantado ante el altar.
No era un momento nuevo para DiCaprio, que se apresta a cumplir 40 años consolidado como uno de los grandes actores del cine mundial, pero al que le persigue la maldición del Óscar. En cuatro ocasiones fue nominado y nunca lo logró. No fue este año con El lobo de Wall Street, ni con Diamante de sangre (2007), El aviador (2004) o ¿A quien ama Gilbert Grape? (1993).
Sin embargo, en lo profesional, no puede tener muchas más quejas, ya que su filmografía incluye trabajos con algunos de los directores más prestigiosos.
En su vida personal, son conocidos (y múltiples) sus noviazgos con las modelos y actrices más atractivas del mundo, aunque él reserva un tiempo muy importante para su activismo medioambiental. Con cuatro décadas sobre los hombros, DiCaprio no es una estrella más de Hollywood .