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Este jueves se estrena en todo el mundo Rogue One: Una historia de Star Wars, la primera película en la nueva serie de películas independientes de Lucasfilm y que cuyo relato narra cómo un grupo de improbables héroes se une para emprender una osada y aparentemente imposible misión para robar los planes de la más reciente arma de destrucción.
Mucha acción, un reparto multiétnico liderado por una heroína interpretada Felicity Jones y una firme apuesta por el concepto de rebeldía que definió la trilogía original son los ingredientes de Rogue One: A Star Wars Story, primera película derivada de la saga galáctica, que se estrena este jueves en todo el mundo.
Rogue One es el primero de una serie de derivados que se estrenarán en años alternos. El segundo, para 2018, estará dedicado a Han Solo y contará con Alden Ehrenreich tomando el relevo de Harrison Ford, y con Emilia Clarke la conocida actriz de Game of Thrones.
El negocio de la nostalgia de momento le ha dado buenos réditos a Disney. El despertar de la fuerza, dirigida por J.J Abrams, salvó sus cuentas el año pasado, con una recaudación global superior a los 2.000 millones de dólares.
Medios especializados estadounidenses estiman que Rogue One puede debutar en Estados Unidos en torno a los 130 millones de dólares, frente a los 248 millones que recaudó la cinta de Abrams en su primer fin de semana.
Estas son algunas claves para entender el universo Rogue One:
Rogue One es la octava película de la saga de Star Wars y la primera situada al margen de la narrativa principal. Desde que Disney compró Lucasfilm en 2012 puso la maquinaria a funcionar para amortizar el desembolso millonario, de modo que no habrá Navidades sin saga durante unos cuantos años.
La trama se sitúa temporalmente justo antes del episodio IV y gira en torno al robo de los planos de la Estrella de la Muerte, una poderosa arma de destrucción masiva en manos del Imperio. Los seguidores de la saga ya conocen el desenlace, de modo que la única incógnita es quién y cómo sobrevive a la misión.
A pesar de estar al margen de la historia principal, Rogue One busca que tanto personajes como argumentos encajen con el universo Star Wars.
Jyn Erso, interpretada por Felicity Jones se reserva un papel protagonista, lo que confirma el giro femenino de Star Wars tras el episodio VII, El despertar de la fuerza, con Daisy Ridley en el papel de Rey a la cabeza.
Pero no faltan clásicos como Darth Vader con la voz de nuevo de James Earl Jones; el gobernador Tarik, con un Peter Cushing reconstruido digitalmente, o Bail Organa, el personaje que encarna Jimmy Smits.
Hay quien ha querido ver en esta nueva entrega dirigida por Gareth Edwards un mensaje antiTrump, tanto por la diversidad racial y de género de sus héroes -una panda de marginados- como por la invitación a la rebelión individual, ante la ausencia de liderazgos claros, para hacer frente al mal, es decir, al Imperio.
También por la contraposición entre el discurso de la seguridad, que simboliza el Imperio, frente a la libertad, los rebeldes.
Pero lo cierto es que las lecturas políticas y la relación entre el poder y el individuo siempre han formado parte del universo concebido por George Lucas a finales de la década de los 70, y en concreto la apología de la subversión como camino hacia el heroísmo definió los episodios IV, V y VI -la trilogía original-.
El mexicano Diego Luna, los chinos Donnie Yen y Wen Jiang -un guiño al mercado cada vez más prioritario de Hollywood-, el afroamericano Forest Whitaker, el danés Mads Mikkelsen y el inglés de origen pakistaní Riz Ahmed amplían el crisol cultural del reparto.
Llama la atención también que la cinta tenga un actor ya fallecido cuyas escenas fueron reconstruidas digitalmente, se trata de Peter Cushing el actor que encarna a Grand Moff Tarkin y que ya se ha visto en el trailer.
Visualmente, el director Edwards ha tomado como referentes para las escenas de lucha la II Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, buscando un mayor realismo. Casi todo el rodaje se llevó a cabo en los estudios Pinewood de Londres, pero una parte crucial se desarrolló en las islas Maldivas y también en Jordania.
El trabajo de Edwards no ha estado exento de cierta polémica, al revelarse hace unas semanas que algunas tomas se habían rodado de nuevo bajo la dirección de Tony Gilroy -conguionista junto con Chris Weitz-, aunque con toda seguridad los rumores pasarán a un segundo plano en cuanto el público vea el resultado.