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Unos crespos despeinados, una barba incipiente, jean, camiseta, tenis, bolso manos libres y una risa desbordada entre frase y frase, describen la apariencia de Harold Trompetero Saray. Personaje que a muchos les suena de nombre, pero no de imagen porque siempre está detrás de cámaras.
Tal vez lo recuerden por dirigir películas como Diástole y sístole, Mi gente linda mi gente bella o El paseo, y series como Cartas a Harrison y Amor a mil. Hace años le apuesta a la escritura.
En la pasada Fiesta del Libro presentó su más reciente libro llamado Todos los domingos son el fin del mundo.
¿De qué se trata el libro?
“Es una novela muy corta, 71 páginas, pero extremadamente densa. Más o menos 200 personajes con 70 historias que suceden paralelamente un domingo desde las 5:33 p.m. a las 6:00 p.m., con el fenómeno sunday blue, la desazón de domingo. Lo que se cuenta es la historia alrededor del mundo de cientos de personas que están viviendo ese momento, que puede tener un resultado feliz o no feliz”.
¿De dónde sale la idea de escribir el libro?
“Quería hacer algo que no se pudiera hacer nunca en cine. Cuando tuve la idea de escribirlo, pensé que solo me pasaba a mí, pero descubrí que uno de los momentos donde más se suicida la gente es los domingos a esa hora y empecé a investigar”.
Es director, productor, escritor, ¿cómo se siente más cómodo?
“El estado ideal de la creatividad es escribir. Lo otro es resolver problemas (risas). Tengo un handicap porque creo que los directores somos escritores frustrados. El director más íntegro es el que escribe porque maneja todo. Lo que hace un escritor es dirigir al lector, ponerle una partitura para que él la interprete”.
¿Qué se necesita para
escribir?
“Lo principal es no tener miedo. Quien sea capaz de vencer su miedo puede crear. Pienso que todos podemos escupir algo al mundo, el ejemplo son los youtubers, incluso Daniel Samper (risas).
A mí no me da miedo fracasar porque yo no pienso en el resultado sino en el proceso y creo que mis grandes patrimonios son mis grandes fracasos”.
¿Hay más libros en mente?
“Sí, tengo pensada otra novela, se llama La vida era otra cosa y es acerca de la bipolaridad en la vida cotidiana. Cómo uno potencialmente vive en un mundo donde no quiere estar. Esa contradicción entre el querer ser y el deber ser, es un monólogo interior. Me interesa siempre hablar de mis proyectos porque me compromete y me reta a terminarlo y porque si alguien se me adelanta, yo lo dije primero (risas)”.
¿Sigue dirigiendo cine?
“Sí, acabo de terminar Perros, una película con John Leguizamo y María Nela Sinisterra. En este momento esta en festivales en el país, y estará en teatros en marzo de 2017.
Estoy terminando Los oriyinales, que nace de una investigación de nuevas idiosincrasia y del porqué somos tan diferentes costeños de pastusos, de cachacos, de paisas, y dónde nos cruzamos.
Encontramos que somos parecidos en muchos temas como el trago, el fútbol, la rumba y sorprendentemente en las apariencias, ya que en todos los estratos socioeconómicos están presentes. Además estoy trabajando en otras tres películas”.
¿Cómo ve el mercado de los libros?
“Los medios digitales que tienen su plataforma impresa son los que tienen la mayor salida en internet. El papel les da una validación y un estatus importante para esa fuerza. Ahora, propuestas como la de 531, editorial independiente, muestran eso. A mí nunca me hubieran publicado en una editorial sacrosanta porque no estoy generando lo que se quiere desde allá y estos espacios abren eso y creo que cada vez son más”.