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El bogotano Harold Trompetero estrenará el jueves, en cine, una
nueva comedia, alejándose de los estereotipos del humor popular.
Harold Trompetero es uno de los directores de cine más prolíficos de la industria cineasta nacional, con 15 películas bajo su tutela en tan solo 17 años de carrera en la pantalla grande.
Este jueves suma una producción más a su filmografía con el estreno de Los Oriyinales, una comedia que se aleja un poco de las propuestas que habitualmente ha dirigido, más ácido y crítico, en la que busca llamar la atención sobre la tendencia que tiene el colombiano de aparentar lo que no tiene o lo que no es.
Con esta arriesgada propuesta narrativa, en la que participan 52 actores de primer nivel nacional, Trompetero aguarda conjugar las dos facetas que lo han caracterizado: la de director de comedias populares y la de realizador de largometrajes más viscerales y críticos.
Tras el estreno de Los Oriyinales viene una nueva película, un libro y una saga de producciones para el cine sobre los héroes olvidados de la historia colombiana.
¿Qué expectativas tiene frente al estreno de Los Oriyinales?
“Las expectativas son más que grandes o pequeñas, son bonitas, porque es una película que trata de ser un crossover entre la comedia y la reflexión; no es una cinta de humor convencional, sino que le apuesta a lo que se hizo con producciones, como La estrategia del caracol o La gente de la Universal. Otra cosa que destaco es encontrar ese punto que nos une como nación, que son las apariencias. Acá buscamos, en todos los estratos, aparentar. La idea es burlarnos de eso, de la forma como nos mostramos al mundo”.
¿Esta cinta se aleja del prototipo usado en producciones, como El Paseo, El Man o Mi gente linda, mi gente bella?
“La gente me conoce por los proyectos populares, que son los más taquilleros, pero tengo una historia oscura, underground, de películas que son muy viscerales, de una reflexión muy interna, que pocos conocen, con títulos como Violeta de mil colores, Riverside o Perros, que dan una mirada paralela del país. Tengo un proyecto macro de cine, a largo plazo, y el primer paso para unir esas dos facetas de mi filmografía es Los Oriyinales, que no deja de ser una cinta masiva, para toda la familia, que busca crear reflexión, con un humor diferente, que deja un mensaje claro y contundente”.
¿En cuál de esos extremos, lo popular y lo reflexivo, se siente más cómodo”?
“Me encantan los dos extremos, porque cuando uno hace cine está generando formas de pensar que nos ayudan a ser una nación menos peor. El cine más que recursos, genera un imaginario, una forma de pensar. Y si vamos a generar industria lo vamos a hacer con responsabilidad sociocultural. En Los Oriyinales estoy planteando una mirada de país, para que nos cuestionemos. Es una experimentación narrativa, aplicada a lo popular”.
¿Cómo recibe las críticas de ciertos sectores por títulos como El Paseo o El Man?
“Creo que en Colombia hay una élite intelectual que está desfasada, que le da la espalda al país, que no lo está mirando, eso se vio claramente en los resultados del Plebiscito por la paz. Creo que esa élite no está mirando el país que es, lo ven con una visión extranjerista, con elementos que no son nuestros. Les hago un llamado a que miren, con más atención y menos prepotencia, lo que ocurre a nivel popular. Es muy grave que ellos le den la espalda al país, al pueblo. Ellos alaban películas que les pueden gustar a los europeos, pero que nadie viene a verlas a los cines en Medellín, Bogotá o Cali”.
¿Qué viene después?
“Nuevas películas y en una nueva novela, al igual que un proyecto con John Leguízamo. Tenemos un proyecto muy grande, esperemos que se logre, de hacer una saga de películas sobre la historia de Colombia, de nuestros héroes perdidos”.