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“Una generación de nuestros jóvenes fascinados con el cine tal vez no saben quién era”, se lamentaba Martha Ligia Parra en el 2001, a cinco años de la muerte del sacerdote, periodista y crítico de cine Luis Alberto Álvarez.
Y aunque una de las salas de cine de la Universidad de Antioquia lleva su nombre, la premisa puede ser todavía cierta.
Álvarez es recordado por haber sido uno de los más importantes gestores culturales de la época, un crítico de cine cuyos textos aparecían, entre otros, en EL COLOMBIANO, y uno de los primeros en hablar de directores de la talla de Werner Herzog y Rainer Werner Fassbinder, por mencionar algunos.
Treinta años atrás, en marzo de 1985, dedicaba su espacio de crítica de este diario a “Dios te salve, María”, del francés Jean-Luc Godard. La película, que debutó en el 84’, generó numerosas polémicas por su contenido: una historia calificada como religiosa por algunos, con desnudos y otras escenas tomadas como ofensivas, donde María, una joven suiza, le anuncia a su pareja José, un taxista, que tiene un embarazo donde él no tuvo intervención.
A pesar de su formación religiosa, que podría haber terciado su opinión, Álvarez habló de ella como una película que “no tiene que ver con ofender a nadie”, y que “se acerca a una historia de siglos, una historia que es parte integral de nuestra cultura”.
El crítico de cine falleció un 23 de mayo como hoy, 20 años atrás, por problemas del corazón. Entre otros, en su vida trabajó con el Instituto Goethe, el Centro Colombo Americano, y fue cofundador de la Revista Kinetoscopio, lugares donde predicó sus conocimientos cinematográficos y desde los que fraguó el interés de muchos jóvenes por el séptimo arte.
Álvarez, quien nació en Medellín el 21 de junio de 1945, realizó sus estudios como seminarista en el país y luego viajó a Europa a continuar su formación religiosa. Fue en el viejo continente donde se acercó y conoció a directores emblemáticos como Fellini, Passolini, Rossellini y Blasetti, según recuenta su perfil en el sitio web de Proimágenes Colombia.
Ángela María Chica, bibliotecóloga de la Biblioteca Provincial Claretiana, donde reposan algunos de sus textos, lo describió como “un hombre de gran corazón, gigante de la cultura (...) Maestro, evangelizador generoso y sabio”.
Por sus aportes a la cinematografía y a generaciones de cinéfilos, en 1996 la U. de A. le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Comunicación Social - Periodismo.