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Subjetividad versus objetividad. Como contar una historia con un cariz muy personal e íntimo, pero que interesara a un público diverso.
Ese fue el reto que se planteó el documentalista Albert Solé cuando se propuso sacar adelante su proyecto Bucarest, la memoria perdida.
Una historia de su infancia, pero en la que también se refleja una parte de la historia de España y de la lucha de muchos hombres y mujeres que resistieron la dictadura franquista. Una historia que también fue un homenaje a su padre, Jordi Solé Tura, uno de los llamados padres de la Constitución española de 1978.
“Surge como una necesidad de exteriorizar mi dolor y anticipar la pérdida de mi padre. Cosa que sucede cuando sé que mi padre tiene la enfermedad de alzhaimer, y en ese momento siento la necesidad de hacer alguna cosa. Y el único lenguaje que dominaba era el cine documental y decidí que era el momento de reivindicarlo a través de esas herramientas”.
La historia, pero sobre todo los entresijos de cómo contar esa historia tan cercana, pero con un toque que le diera relevancia a todo un país, fue lo que Albert quiso mostrar en su participación en la segunda edición de Docs Barcelona+Medellín, que se cumple hasta mañana. Su clase maestra, Filmar desde el Yo, fue el intento de mostrar cómo conciliar esas dos que se cuentan al principio y que parecen tan opuestas, y hasta chocan.
Solé es no solo documentalista. Su formación está basada en las ciencias de la información. Entonces la objetividad hace parte de su ADN intelectual.
¿Cómo conciliar esa objetividad aprehendida y ejercida en el periodismo, con la necesidad de contar una historia que parte desde lo subjetivo y tan personal?, le preguntó EL COLOMBIANO.
Sin dudarlo, Solé reconoce la carga subjetiva de este trabajo, pero explica: “Yo asumo plenamente la subjetividad, y entiendo que un trabajo de creación como este te lo permite, pero yo diría que es una subjetividad que intenta ser respetuosa con la objetividad. Aunque la frase pueda parecer redundante, asumiendo que el que habla soy yo siempre, intento marcar una distancia emocional adecuada con los temas”.
Albert Solé está por primera vez en Medellín, aunque la ciudad y sus procesos no le son desconocidos. No lo dudó cuando lo invitaron a participar en el festival internacional de documentales, que nació del DocsBarcelona.
“La relación de amor con Docs Barcelona es total. Entonces saber que estaban extendiendo el concepto a Medellín; y sabiendo, como yo sabía, que Medellín tiene una sociedad civil muy viva y muy dinámica, porque esto me lo habían contado amigos del mundo político que han pasado por aquí, fue una buena propuesta”.
A otros lugares de Colombia sí había viajado antes, y por eso plantea el potencial que tiene el país como fuente de historias para construir, como el llama - utilizando una figura del cineasta chileno Patricio Guzmán- su propio álbum de fotos.
“Colombia es un país que tiene mucho que contar, y sobre todo tiene un álbum de fotos qué hacerse, al margen de los temas que siempre ha viajado, como las Farc y el narcotráfico, por ejemplo”.
Los trabajos en torno a la gestión de conflictos, el fortalecimiento de la cultura de participación y municipalidad, como lo denomina, son canteras que propone explotar desde el relato audiovisual a través del documental.