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El nombre del escultor Santiago Medina sonó con fuerza el año pasado, cuando se anunció que una de sus esculturas, Así es vida, que, según él, representaba una molécula de ADN, se integraría al paisaje de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard.
Esa pieza, girante sobre su eje, echa en acero inoxidable, su material desde hace algunos años, fue instalada el 3 de septiembre de 2014.
Ahora, justo un año después, se abre la exposición de su colección Acero en movimiento, en la galería Naranjo & Velilla, que muestra siete esculturas brillantes como espejos, de distintos tamaños de un abstraccionismo singular.
Singular, porque este artista antioqueño pretende con sus obras integrar dos universos en los que se ha formado: la medicina y las artes plásticas.
Especializado en Radiología, esa rama de la medicina que estudia los efectos de las radiaciones, especialmente la de rayos X, en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, Medina, en su ejercicio científico cotidiano, observa imágenes de órganos en monitores de computador.
“La que vemos en el computador es como una escultura del cuerpo humano”, explica. Así, esas formas más bien caprichosas que tienen los órganos o cortes virtuales que se hacen de ellos, pueden ser el origen o la inspiración de esas raras figuras de artista radiólogo.
En un video que se exhibe en la galería se aprecia al artista y a otros tres hombres, su equipo de trabajo, en el oficio de llevar al mundo tridimensional. Con un trapo azul claro en la cabeza, como médico en quirófano.
“Después de dibujar la figura en carboncillo sobre papel, la llevo a las tres dimensiones en un bloque de icopor, que voy puliendo hasta dejarlo liso y, luego, lo recubro con plastilina para hacer con este un molde sólido”.
Este extraño cuerpo lo somete a una Tomografía Axial Computarizada. Mejor dicho, a un TAC, esa técnica de imagen médica para obtener cortes o secciones de objetos anatómicos, solo que él no con fines de diagnóstico sino con fines artísticos. De esas imágenes imprimen imprime algunas en tres dimensiones.
Después, en el taller, funde el acero a temperaturas que superan los 1.500 grados centígrados. El acero líquido da forma a estas figuras previamente logradas en los moldes. El artista logra la textura lisa y brillante de la figura de acero con máquinas pulidoras.
“¿Por qué no utilizas bronce o mármol?, me preguntan algunas personas —comenta Santiago Medina—. Y yo les digo que acero es una aleación metálica más contemporánea que los materiales clásicos de la escultura. La medicina, lo mismo que la industria automotriz ha contribuido especialmente en el desarrollo de esta aleación. Los instrumentos quirúrgicos son hechos de acero”.
Medina también destaca que las personas pueden interactuar con su obra. Se refiere a que pueden jugar a ver su figura distorsionada en la superficie brillante, debido a la concavidad de las formas.