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“Un día nos llegó el cuento de que la navegabilidad del río Magdalena estaba en cero y se podía cruzar caminando. Fuimos a cerciorarnos de eso”.
Así relata María Victoria Correa el trabajo periodístico Las playas del río Magdalena muestran un espectáculo devastador, que realizó en compañía del reportero gráfico Juan Antonio Sánchez, publicado el 21 de enero de este año en EL COLOMBIANO.
Este ejercicio ocupó el tercer lugar del Premio de Periodismo Ambiental Cormagdalena, que se realizó con apoyo del Instituto Alexander Von Humboldt y Semana Sostenible, en su primera edición.
Revela la periodista que viajaron al Magdalena Medio. Llegaron a Puerto Berrío y encontraron una especie de carnaval, “una fiesta de gentes de muchas partes del país, preparando sancochos, bailando y jugando fútbol en las amplias playas que dejaba el río seco”.
De modo que, si bien notaron la dramática disminución de las aguas, no encontraron mucha tristeza. “Sin embargo, la magnitud de la tragedia la percibimos al día siguiente —cuenta ella—. Hablamos con los pescadores, comerciantes y ganaderos de la zona y nos contaron que nunca en la vida habían visto unos niveles tan bajos en el caudal del río”.
La situación de Puerto Triunfo y Puerto Nare era similar. En el primero de estos dos, Juan Antonio pudo vadear el principal afluente de Colombia caminando, remangándose los pantalones hasta las rodillas. El calor también era más que sofocante.
Si bien aquellas zonas son cálidas, los propios moradores huían del Sol por encontrarlo insoportable.
Las pérdidas de quienes derivan su sustento del río fueron notables. Afectó los bolsillos de la gente.
“Este trabajo hizo parte de una apuesta de Colprensa por mostrar una radiografía de los ríos colombianos durante la sequía —explica Juan Antonio—. Periodistas de otras regiones visitaron sus afluentes. A nosotros nos correspondió Antioquia”.