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Cuando el Teatro Metropolitano cerró el año pasado, la cultura en la ciudad tuvo una herida que con fortuna sanó con su reapertura, gracias a los artistas y al público. La crisis no solo sirvió para revisarse sino para entender el papel indispensable de lo que desde afuera parece ser un imponente edificio de ladrillo, pero que adentro genera gran parte de la vida cultural de la ciudad.
El aniversario de este año, como es costumbre, se convierte en una gran celebración para la música. En ella los invitados son el mayor aliciente: el regreso a la ciudad del maestro Andrés Orozco para dirigir el concierto; el estreno de la obra comisionada al maestro Andrés Posada, Eventos móviles II: Un sonometraje; la participación como solista invitada de la maestra Blanca Uribe y el retorno a la ciudad, después de 15 años, de la Orquesta Filarmónica de Bogotá que, a su vez, celebra su cincuentenario.
“Es una reunión de amigos”, dice María Patricia Marín Arango, directora del Teatro Metropolitano. Según ella, la idea surge de compartir sueños y se concreta después de múltiples conversaciones acá y allá, entre ellas, con el maestro Andrés Orozco, con quien Patricia ha trabajado en la realización de diferentes proyectos musicales que tienen como único fin celebrar la música, la cultura y entregarle al público todo un espectáculo que genere emociones. Para Patricia, el maestro Orozco “es el artífice de estas ideas”.
Las conversaciones con quien dirigirá este concierto de aniversario, antes de que este se hiciera oficial, se dieron por todos los medios y desde distintas latitudes. Aunque según María Patricia, tratándose de algo que exige una planificación tan ardua, en realidad todo surgió de una manera muy fluida.
El maestro Orozco, por ejemplo, se la pasa entre Londres, Frankfurt y Houston, y desde estos lugares, tal vez desde un avión o un taxi, respondió a los mensajes de la directora del teatro, pensó en el repertorio del concierto y, además, convenció a la maestra Blanca Uribe de participar.
Lo hará interpretando una pieza, el Concierto para piano y orquesta en la menor, Op. 16 del compositor noruego Edvard Grieg. La maestra ha estado estudiando este concierto en los últimos días en su piano Steinway, un instrumento que tiene en la sala de su apartamento en Simón Bolívar, un octavo piso desde el cual “todo lo que se veía antes era más verde”, dice Blanca, pero que sigue teniendo una buena vista de la ciudad, a pesar de los edificios altos y cercanos que se ven a través de los ventanales del apartamento.
La maestra recuerda que el día de la inauguraron del Teatro, el 20 de febrero de 1987, no estaba en Medellín. Ella seguía en Nueva York, una ciudad que fue su hogar por cerca de treinta años. Sin embargo, la maestra cuenta que su experiencia en el teatro ha sido amplia debido a que ha participado en una gran cantidad de conciertos en este escenario. Además, con mucho énfasis, resalta lo bien que la han hecho sentir las personas que trabajan allí.
Gonzalo Ospina, músico y concertino de la Orquesta Filarmónica de Medellín, coincide en esa opinión con la maestra Blanca. Para él, el Metropolitano no es solo un referente arquitectónico de la ciudad desde hace 30 años, sino que pocos teatros en el mundo tienen esa calidad humana, que se hace evidente en las personas que desarrollan diversas labores allí. Ospina dice que cualquier artista que se haya presentado en estos 30 años ha sentido un gran afecto de la gente del teatro, “y eso es para mí lo más importante de este lugar”.
El concertino de la Filarmónica estará por supuesto en el concierto de aniversario. Pero esta vez desde el público, y no en el escenario, donde él acostumbra estar al lado del director, en un teatro que es como la casa de la Filarmónica de Medellín.
Hace 30 años Gonzalo hacía parte de la Orquesta Sinfónica de Antioquia y con nostalgia recuerda que hizo parte de esa inauguración, la de un lugar que se convertía en un nuevo referente para la cultura de la ciudad, después de la desaparición del Teatro Junín.
Ahora Ospina dice estar feliz, no solo por el aniversario, sino por el reencuentro que tendrá en la sala con sus compañeros de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, ya que 41 miembros de ella también hicieron parte del concierto inaugural. En él tocaron y cantaron la Novena sinfonía de Beethoven, la Fantasía Húngara, de Franz Liszt y la Partita de inauguración, compuesta especialmente para la ocasión por el compositor Blas Emilio Atehortúa.
Con ocasión de esa apertura, EL COLOMBIANO tituló hace 30 años en su primera página: “Un triunfo para Antioquia”, ya que ese hecho representó un avance cultural en ese momento, uno que no ha cesado durante estos años.
“Bienvenidos son y que sean muchos más”, dice la maestra Cecilia Espinosa, directora y profesora en el departamento de Música de la universidad Eafit, refiriéndose a estos 30 que se celebrarán.
“El teatro nos ha acogido a nosotros los artistas en ese escenario que se ha convertido como una casa” señala Espinosa, quien recuerda con grato cariño cuando dirigió la ópera Carmen que organizó Prolírica y vio el teatro lleno.
En ese sentido, la maestra Cecilia considera que es un lugar donde se le debe dar continuidad a la vida cultural que la ciudad se merece”.
Por eso, para María Patricia, las maestras Blanca y Cecilia y los maestros Orozco y Ospina, esta es una celebración, no solo del teatro, sino de la ciudad. Además una oportunidad para enaltecer la labor de la institución Medellín Cultural y agradecer cada uno de los esfuerzos que ha hecho para entregarle a la ciudad cultura en todas sus manifestaciones.