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Es cierto que en la actualidad cualquiera tiene acceso a la información y que esta no es privilegio de los periodistas. Sin embargo, lo que sigue siendo prerrogativa de los profesionales del periodismo es el afán de confrontar la realidad.
Este es el común denominador de las opiniones de algunos periodistas asistentes al Premio y Festival Gabriel García Márquez de Periodismo que se realiza en el Jardín Botánico, cuando se les propone reflexionar sobre la manera cómo ha cambiado el periodismo en los últimos años.
Jaime Abello Banfi, el director de la Fundación para el Nuevo Periodismo, anota que a los periodistas cualquier persona los rectifica o cuestiona, porque la gente está muy bien informada. Y los periodistas que no entran en la dinámica de las redes sociales y de ese diálogo permanente con las audiencias, va quedando al margen de esa realidad.
“Lo que hay que preguntar —dice Abello— es cuál es el papel de los periodistas en el mundo actual, donde la gente cree estar tan informada”.
La respuesta a esta pregunta es que los periodistas son profesionales del rigor. Mientras los usuarios de las redes, en su mayoría, se conforma con los datos que encuentra en ellas, los periodistas investigan y cotejan esos datos. Buscan respuestas profundas y precisas. En otras palabras, la información que aparece en redes sociales les sirve de base o de herramienta para ahondar en los temas.
Eso coincide con la opinión de la periodista Luzángela Arteaga, quien participó en la investigación del libro Noticia de un secuestro, de Gabriel García Márquez. Dice que el espíritu y la esencia del periodismo no ha cambiado, ni puede cambiar. La necesidad urgente de los periodistas de obtener conocimiento en fuentes documentales, la consulta en hemerotecas, la conversación con expertos, la observación...
“Cuando Gabo adelantaba el proceso de investigación, quería meterse en el baúl de un auto para saber qué sentía una de las mujeres cuando fue raptada y qué alcanzaba a ver por una rendija que, en conversaciones, ella le mencionaba”. Este es el espíritu periodístico, el de la rigurosidad que menciona Abello.
Nelson Fredy Padilla, periodista de El Espectador, dice que el cambio en el ejercicio lo nota en que hasta hace cuatro años nada más él debía esmerarse porque la edición de papel quedara impecable y las historias tuvieran una narrativa cautivante, y ahora, además de esto, debe atender los contenidos para tabletas digitales.
“El reto —cree Padilla— es que el mundo multimediático no nos quite la posibilidad de escribir cosas profundas”.
En este sentido va la idea de Eduardo Bermúdez, periodista de televisión, ahora con Televid. Se queja de que las nuevas generaciones de periodistas tienen la sensación de estar muy documentadas, por lo que indagan en las redes. Pero carecen de contexto histórico de los temas. “Ejercen un periodismo distante y superficial”.