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Cuentan pescadores y navegantes del Pacífico, que en travesías nocturnas en altamar, a veces encuentran el Buque Fantasma.
Más iluminada que cualquier otra embarcación de esas aguas, la gran nave es avistada desde la proa y, cuando menos lo esperan, desaparece para surgir de pronto a babor o estribor.
El capitán y los marineros que la observan, o el pescador que boga en su canoa, quedan a merced de las olas y pierden el sentido de la orientación. La brújula y el mapa de nada sirven mientras estén bajo el influjo del barco maldito.
La tripulación de tal buque está conformada por marineros que tenían deudas con el diablo y, al morir, quedaron trabajando para el maligno y sus almas jamás tienen descanso... ni lo tendrán.
Este cuento, el Buque Fantasma, bien puede ser uno de los que se oigan en el Festival Noches del Pacífico, certamen para hablar de esa región, de sus creencias y sus costumbres, vivir el folclor poblado de décimas cimarronas, música de marimba o de chirimías, danzas, cantos de currulaos y alabaos, velorios, comida típica...
De acuerdo con uno de sus organizadores, Francisco Tenorio, tumaqueño radicado en Medellín, donde dirige Casa Tumac, en los tres años anteriores se hacía la Noche del Pacífico y, a partir de 2016, se convierte en Festival, no solo para hablar entre los integrantes de tales culturas, sino para contarles a los demás —andinos, caribeños, llaneros, amazónicos— cómo es su mundo.
Mientras más se conoce una cultura, menos se discrimina, dice Francisco Tenorio.
Los decimeros, practicantes de las décimas cimarronas, poesía oral que crean los del Pacífico Sur (Cauca y Nariño), en especial para relatar sucesos o problemas sociales, tienen espacio. Un ejemplo de este arte es Un temblor muy prolongado, del tumaqueño Carlos Rodríguez “El Arkángel en el blog El Decimarrón”:
Por mas de minuto y medio/ un temblor muy prolongado,/ mantuvo a los Tumaqueños/ Con un susto bien jalado!!!!
Comenzó este remeneo/ a las siete de la noche,/ y en un terrible derroche/ el tiempo se puso feo./ Un completo ajetreo/ se convirtió sin remedio,/ y se fue tomando el tedio/ a toda la población/ que sintió duro el templón/ por más de minuto y medio.
El velorio tiene representación en el Teatro Matacandelas. Francisco Tenorio cuenta que en el litoral, los rituales de velorio “son emotivos y en ellos hay música. Cuando el difunto es un niño, no se puede llorar, porque se supone que es un alma limpia que se va al cielo. Hay velorio para los santos, puesto que ellos también están muertos”. Explica que para los habitantes del Pacífico, la muerte es un paso. “Cuando alguien muere, los vivos se encomiendan a esa persona, y a las ánimas todas, para que los proteja”.
Festival Noches del Pacífico, un espacio para aprender los saberes del litoral.