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Justo Almario, el verdadero Latin Jazz

  • Justo Almairo, el colombiano que es uno de los músicos más representativos del Latin Jazz. Fotos: Cortesía Medejazz
    Justo Almairo, el colombiano que es uno de los músicos más representativos del Latin Jazz. Fotos: Cortesía Medejazz
19 de febrero de 2018
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Justo recuerda con cariño sus días en Medellín. “Para mí es como un sueño volver y estar sobre el escenario en esta ciudad”, dice, pues en sus correrías de infancia, que lo sacaron del hogar familiar en Sincelejo a los cuatro años para seguir su formación musical, pasó una temporada en la ciudad antes de irse becado a la Universidad de Berkeley. Generación habló con él sobre la búsqueda del verdadero sonido del Latin Jazz, el género que disfruta y estudia desde siempre.

¿Cómo ve el Latin Jazz en al actualidad?

“Veo que ahora más que nunca se puede llamar Latin Jazz, porque antes era cu-bop, los ritmos cubanos con las melodías americanas. Siempre que se oye el Latin Jazz son ritmos cubanos, sin embargo, ahora se están incorporando otras tradiciones, por ejemplo, yo me he esmerado mucho por mezclar nuestros ritmos colombianos con el jazz, entonces ahora sí se puede hablar de Latin Jazz”.

¿Cómo definiría el género?

“Si lo llamamos Latin Jazz, debería ser una amalgama de todas las tradiciones. Eso es lo que yo propongo, una amalgama no solo del jazz americano y los ritmos cubanos, también de ritmos de Brasil, de Colombia... Así se define el Latin Jazz, es un sonido panamericano”.

Usted se ha dedicado a llevar la música colombiana al panorama internacional, sin embargo, ¿qué otras tradiciones han alimentado su sonido?

“En Nueva Orleans, donde nació el jazz, la primera vez que fui me di cuenta de que las bandas que tocaban en las calles para las fiestas, eran bandas como las que nosotros llamamos en Colombia papayeras, con la misma instrumentación: clarinete, bombardino, trombón, bombo, caja y platillos. Y era una música totalmente instrumental, no había canto, solo músicos improvisando. En mi niñez recuerdo que veía bandas así en Sincelejo. De ahí viene la tradición. La música abraza otras culturas y las incorpora. El Latin Jazz ahora mismo es que está agarrando más fuerza con las influencias que se vienen de México, Perú, Argentina, Chile... Con todos esos músicos que están haciendo amalgamas con las músicas de sus países y están enriqueciendo el panorama del Latin Jazz”.

¿Cómo es la recepción del latin jazz alrededor del mundo?

“Es muy acogedor, porque cuando hablamos del jazz tradicional, de la música de Nueva Orleans, ese jazz se escuchaba y se bailaba, sin embargo, más o menos en la época de los cuarenta y los cincuenta, cuando se inventó el bebop, la música empezó a ser más para sentarse a escucharla. Lo que sucede ahora es que con estos ritmos que estamos implementando, el jazz vuelve a ser una forma que no solo se puede escuchar sino también bailar. El Latin Jazz, como tiene esos ritmos tan sabrosos, la gente no se puede quedar sentada, tiene que empezar a moverse, a bailar, y por eso tiene mucha aceptación en todo el mundo. Incluso en Europa y en Hawaii, cuando toco las cosas que tienen ese fundamento, esa base, cuando meto el sonido del tambor, de la cumbia o cosas así, la gente empieza a saltar, a brincar y a aplaudir... Aunque claro, también incorporo dentro de mis presentaciones temas tradicionales de jazz, el ritmo de swing, el foxtrot”.

¿Cómo es la relación del Latin Jazz con la salsa?

“Desde hace mucho tiempo soy muy consciente de que lo que aquí se llama música salsa en realidad es música de Cuba. Antes de que comenzara a llamarse salsa, en toda Latinoamérica se conocía la música cubana con sus ritmos originales: ‘Ahí están tocando un mambo, una guaracha, un son montuno, ahora están tocando una guajira, ahora es un chachachá...’. Lo que pasa es que en los años setenta en Nueva York le cambiaron el nombre al género, y le pusieron ‘salsa’. Yo como toqué con Mongo Santamaría y toqué con Tito Puente y con toda esta gente, yo sabía, también desde mi infancia, que eso no era salsa, solo fue algo comercial que las compañía de Nueva York, como la Fania, se inventaron para no darle crédito al país por las cosas políticas que estaban pasando, por eso es que yo nunca me refiero a la música cubana como salsa. Me acuerdo que cuando yo tocaba con Mongo, y alguien entre el público gritaba ‘oye, la salsa’, Mongo se volteaba y respondía: ‘¡salsa de tomate! ¡Salsa de pescao!’ (risas). La salsa tampoco es música puertorriqueña, Puerto Rico tiene música bellísima que es la bomba, la plena, pero la salsa no es más que una movida comercial”.

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