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Si las canciones punk fueran un plato de comida, Bourdain se lo devoraría: eran sus favoritas y hacían parte de ese menú del género que hacía sonar en Las Halles, el restaurante en el que trabajó a finales de los 90.
Dead Boys, Richard Hell and the Voidoids, Heartbreakers, Ramones, Television, entre otras agrupaciones, sonaban en el “casete portátil” del chef, así lo contó en su libro Confesiones de un chef.
”Pretendo reducir gastrite (azúcar y vinagre caramelizado) para la salsa de pato mientras los Dead Boys tocan ‘Sonic Redecer’ en el casete portátil”, dice en la página 241 de su libro.
El chef le dijo a la revista Rolling Stone que su pasión por la música venía desde su infancia, una época en la que escuchó diferentes artistas y discos gracias al trabajo que tenía su padre, Pierre Bourdain, en Columbia Records.
“Depeche Mode suena bien cuando vas por un arrozal en una cortadora de césped, o cuando estás en un cuarto vacío en Arabia Saudita”, le dijo el viajero a Rolling Stone.
Bourdain tenía una lista de reproducción mental, y esto, según la popular revista estadounidense, era lo que sonaba en su cabeza: