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Juan, el indiano, regresa del Perú después de veinte años, adonde se había ido a hacer fortuna. Ve en Rosaura, hija de Adriana, la que fue su novia, a la mujer que amó.
Los Gavilanes, una zarzuela que en poco menos de un siglo de haber sido creada por José Ramos Martín, en la letra, y Jacinto Guerrero se ha convertido en un clásico del género, se presenta en las noches de hoy y de mañana para dar apertura a la XXIII Temporada Internacional de Zarzuela, Opereta y Ópera ciudad de Medellín 2017, que organiza Prolírica.
Hace una semana está el elenco completo, en ensayos generales. Antonio Torres, barítono español, dice: “yo también vivo sorprendido de que nos acoplemos tan rápido”.
La orquesta está conformada por medio centenar de músicos; el coro, por una cifra semejante de voces. A ellos se suman los actores y actrices. Por eso, los directores de escena y de música, que en este caso son el español Lorenzo Moncloa y el colombiano César Baldovino, respectivamente, deben conseguir tal entendimiento.
Katia Selva, soprano cubana, cree que ese acople se debe a que el elenco es muy profesional y los directores “espectaculares”. Además, porque cada uno llega con sus textos preparados.
Antonio es Juan, el indiano; Katia, Adriana. Han representado varias veces estos papales de una zarzuela que para los dos es de sus favoritas.
Antonio considera que no debe interpretarse la obra en el sentido más literal, el de que Juan es un hombre maduro que se enamora de una jovencita; sino que sucede “un trastorno poético”: ve en ella a la que fue su novia. Además, “el tiempo pasa para todos, en cambio uno mismo ve a los otros distintos, pero sigue teniendo el cerebro de cuando tenía veinte años”.
Y Katia dice que su papel, el de Adriana, también protagónico, lo ha hecho desde 1997. “Ahora tengo una hija de 20 años, como Adriana que tiene a Rosaura. Me meto tanto en el personaje, que no controlo: dejo de ser la persona que soy para ser ella. Es duro”.
Antonio añade que la diferencia entre la representación que él hace de Juan y los demás actores es que, por lo general, los otros buscan llevar al personaje por una senda “de maldad o villanía; yo, en cambio, a todos mis personajes les busco y resalto el componente más humano”.