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El poeta Luis García Montero vive en la vía férrea entre Granada y Madrid.
Trabaja en su ciudad natal, Granada, como catedrático de la Universidad del mismo nombre y su familia vive en Madrid. De modo que debe estar viajando de un lugar a otro.
Él es uno de los invitados al Hay Festival, en Medellín.
En Colombia, las editoriales difunden pobremente la poesía. ¿En su país es igual?
“No podemos quejarnos. La poesía no tiene una repercusión en el mercado como la canción o la novela, pero tiene un público notable. En España hay buenas editoriales que se ocupan de ella.
Me extraña que en Colombia no sea así, teniendo en cuenta que, al igual que México, vive un momento importante en la poesía y debería apostarle más fuertemente.
La poesía hace parte de la educación sentimental de la sociedad. Por mucho que avancen la ciencia y la tecnología, la poesía tendrá siempre un lugar fundamental”.
Además de profesor de literatura, algunas obras suyas son didácticas. Los estudios de la poesía de Lorca, Alberti y Bécquet, por ejemplo.
“Creo que el origen de todo está en el amor por la lectura. Eso hace que uno se convierta en escritor o catedrático. Eso lo reivindico en el libro Un velero Bergantín. En los dos ámbitos hablo de lo que leo”.
Cada generación riñe con la anterior. Usted y su grupo valoran las anteriores. ¿Qué le aporta, digamos, el barroco a su poesía?
“Suele decirse que las generaciones riñen con sus padres y buscan ayuda en sus abuelos. Octavio Paz hablaba de una tradición de la ruptura. En mi caso, empecé en una época de experimentalismo. Era más fácil escribir de Venecia que de tu ciudad. He sido estudioso de la generación del 27, de Lorca y Alberti; de la generación del 50; de la poesía barroca y la de Juan Ramón Jiménez. Pero no creo que uno tenga que inventar el mar todos los días, sino aprender la tradición y aportar su granito de arena.
Escribo una poesía muy narrativa. Para no acabar solo en un cuento, necesito el lirismo. La metáfora del barroco me aporta en ese sentido”.
¿Cree que los poetas y los narradores deban ser estudiosos de la literatura?
“De la falta de educación no sale algo positivo. Creo más en la poesía actual, producto de un ejercicio meditado que de fuerzas irracionales. La gente cree que la libertad es decir lo que se piensa, pero también se requiere libertad para pensar lo que se dice.
El poeta no es heredero de los dioses. Es un ciudadano que utiliza el lenguaje de la sociedad”.
En más de 35 años de dedicación a la poesía, ¿cuáles son los temores del poeta?
“La poesía tiene dos peligros: la cursilería y la pedantería. La primera dice lo primero que se le ocurre; la segunda intenta decir en un solo verso todo lo que sabe.
Uno de los temores más fuertes que tengo es el de que por tanto escribir poesía llegue a repetirme. Por eso, escribo poesía más despacio y escribo también narrativa. Tengo tres novelas: Mañana no será lo que Dios quiera, No me cuentes tu vida y Alguien dice tu nombre”.