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El corazón de Fiona, una fox terrier juguetona y con mucha energía, le sonó raro a Paola Acevedo, su médica veterinaria. Con el estetoscopio detectó un soplo, pero había más y necesitaba exámenes más profundos. Era hora de ir al cardiólogo, un médico veterinario especialista en este órgano.
Un ecocardiograma dio el diagnóstico definitivo: Degeneración valvular mixomatosa. En otras palabras, la hembra de 13 años tiene un engrosamiento de la válvula mitral, la misma que tienen los humanos, porque el corazón es muy parecido, y que regula el flujo de sangre entre la cavidad superior e inferior izquierda.
Porque para las mascotas también hay especialistas, a su tamaño.
Es de ahora
Hacerle el examen no fue fácil. Tenía que estar quieta por 15 minutos, una eternidad para una hembra hiperactiva. Solo que el diagnóstico de Fiona no hubiera sido posible con tal precisión sin ese examen. Su tratamiento le ha dado varios años más de vida en buenas condiciones de salud.
Santiago Henao Villegas, jefe de posgrados de la facultad de medicina veterinaria y zootecnia del CES, cuenta que hace 10 años, aproximadamente, los doctores de los animales empezaron a buscar ramas como dermatología, cardiología, neurología y etología para darle otro énfasis a su profesión.
La sociedad y el mercado lo pedían, como cuenta Édgar Gutiérrez, vicepresidente de la Asociación de Médicos Veterinarios de Colombia. Precisa que los animales se convirtieron en integrantes de la familia y sus dueños se sienten más confiados cuando un especialista los trata.
“La gente pregunta si hay especialistas en medicina felina, si un dermatólogo puede ver la piel de su perro. Son los dueños quienes buscan esos servicios específicos”.
Esa razón la avala Luis Fernando Galeano, zootenista y docente de nutrición de mascotas en la Universidad de Antioquia, quien añade que económicamente para un veterinario, estar especializado en un tema le permite cobrar más por su trabajo. Igual que pasa con los humanos.
En el país hay poca oferta en cuanto a estudios de este tipo y en eso hay unanimidad en los profesionales consultados. La mayoría de especialistas han estudiado en Buenos Aires, México, Estados Unidos y Barcelona.
Lo ideal, como cuenta Galeano, es que haya especialidades clínicas, tal cuál como la estudian los médicos y odontólogos. Sin embargo, a diferencia de ellos, precisa Gutiérrez, los veterinarios locales no hacen residencia e internado, sino una maestría en ciencias animales de pequeñas especies o ciencias veterinarias, ambas con algún énfasis. Puede ser cardiología o dermatología, por ejemplo. “Estamos atrasados”.
Laura Vásquez, veterinaria con especialización en medicina interna y énfasis en radiología, cuenta que incluso tecnológicamente hay lugares más adelantados. “En mi rama, con Chile, Brasil y Argentina tenemos un atraso de unos ocho años; con Estados Unidos por ahí de 15”.
El riesgo que esto conlleva, y en el que trabajan desde el Tribunal de Ética Nacional Veterinaria, es que quienes estudien afuera convaliden sus títulos. “Hacer un curso de un fin de semana no te hace especialista. Hay que tener cuidado con la publicidad engañosa”, concluye Henao.
Estudiar la anatomía de los animales es lo que mueve a la mayoría de especialistas a enfocarse. Hay quienes se van hacia los animales silvestres, otros hacia los marinos y unos más a los domésticos.
Estos tiempos traen avances que agradece Catalina, la dueña de Fiona. Si no fuera por el diagnóstico hecho a tiempo, su corazón ya hubiese colapsado. Su mal no tiene cura, sí tratamiento. Ahí está el cardiólogo.
Entrevistamos a cinco especialistas que nos respondieron estas preguntas:
1. ¿Por qué escogió esta especialidad?
2. ¿Dónde la estudió?
3. ¿Cuál es el caso más complejo que ha tratado?
4. ¿Qué signo de alerta debe tener un dueño de mascota para que vaya a consulta con usted?
5. ¿Qué similitudes hay con su especialidad y la de los humanos?