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Es una relación que por un clic se puede acabar y en 144 caracteres puede ganar fama por toda la eternidad. Así es el vínculo de los músicos con las plataformas virtuales.
Les dan la oportunidad de seguir vigentes, de estar en boca de todos, pero también son armas de doble filo.
Existen casos exitosos en los que Facebook, Twitter, Instagram, Spotify o iTunes llevan a los primeros puestos en ventas y reconocimiento a artistas que saben del poder que estos medios tienen.
Un ejemplo reciente es el caso de Radiohead, que blanqueó su vida en la red: borró toda la información de su página web y las redes sociales.
Algunos especulan que es una estrategia que tiene que ver con el lanzamiento de su nuevo disco en junio, tema con el que concuerda el periodista musical Gabriel Posada.
“Radiohead sabe resolver la ecuación de nuestro tiempo, es decir, saben crear expectativa. Tienen a todos en su página web haciendo F5 (actualizando) para saber qué es lo que tienen preparado”, expone Posada.
La estrategia de la banda inglesa liderada por el vocalista Thom Yorke, al parecer, ha resultado, como lo demuestran este y otros artículos que circulan alrededor el mundo. Sin embargo, no son los únicos que usan la red para su beneficio.
Otro grupo que ha sabido conjugar el poder de las redes sociales es Foo Fighters, que hace un par de meses, luego de que en enero en una entrevista el baterista hablara de un “descanso” del grupo, publicó el 2 de marzo en su cuenta de Twitter que daría un gran anuncio.
Un mensaje que hizo que se especulara sobre una separación que nunca pasó y que solo fue una burla que hizo el grupo comandado por Dave Grohl.
En la opinión del crítico de música, Diego Londoño, los artistas tienen el poder de convertir un clic en miles de nuevos seguidores o en dinero.
“Las redes sociales se convirtieron en validadores de la información. Algo que artistas como David Bowie, en el final de sus días, entendió un poco y se abrió a estas plataformas”, dice el crítico.
Al otro lado del océano de información que es internet y las posibilidades que ofrece para distribuir y promocionar la música hay otros artistas que no comulgan con la red.
Tal es el caso de Prince, quien falleció el pasado 21 de abril y que en palabras de Posada “cometió un suicidio digital en 2007” cuando se peleó con sus seguidores por el uso de su imagen en las redes sociales.
Además, en 2015 sacó de Spotify toda su música y acusó al servicio de streaming de no pagar por tener su discografía. “La verdad no le interesaba ya que, para él, las regalías que recibía eran pocas. Y obvio no estaba de acuerdo con que los fans bajaran su música de forma ilegal”, agrega el periodista musical.
Taylor Swift también renunció a Spotify como lo hicieron alguna vez Coldplay o Beyoncé, un tema en el que los analistas concuerdan tiene que ver con el negocio, ya que tener su música allí se podría convertir en menos ventas de sus discos.
Y mientras la industria musical siga cambiando, habrá todavía más historias y riñas, amores y rencores entre los músicos y las plataformas virtuales.