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El romanticismo de Sin Bandera en Viña del Mar
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Fue la noche de Sin Bandera en Viña del Mar. FOTO EFE
22 de febrero de 2017
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Cuando el argentino Noel Schajris y el mexicano Leonel García anunciaron en 2008 su separación como grupo musical, fueron cientos los fanáticos de Sin Bandera que lamentaron cómo las armonías vocales que lograban ambos artistas no se volvieran a escuchar en composiciones sentidas, románticas y llenas de sensibilidad.
Formaron por 8 años uno de los grupos más populares de la música pop y que le dieron a este género una renovación generacional que ha sido emulada en estos últimos años por otros músicos. Sin Bandera, referente para la música en el continente, anunció su regresó a finales de 2015 en un disco y una gira que denominaron La última vez. Conciertos que se han hecho en varios países de América Latina y que les llevó Viña del Mar para seguir demostrando que aún manejan las claves que les lanzaron al estrellato de la música latinoamericana en la primera década de los 2000: balada lenta y letras directas al corazón.
Esa última vez en Chile se dio este martes en el escenario de la Quinta Vergara en el festival de Viña del Mar. Regresaron once años después de haberse presentado allí.
“Estamos en Viña, y aquí y en todo Chile saben bien lo que es amar”, le gritó el dúo a los 15.000 asistentes a modo de preludio de lo que iba a ser una noche llena de guiños a romances frustrados y amores posibles e imposibles.
García y Schajris mantienen esa conexión en el escenario: la sobriedad elegante del primero, todo de negro, menos efusivo en sus gestos, contrasta con la viveza del segundo, tatuajes en ristre y vestido a la moda con una vistosa camiseta azul y vaqueros estrechos.
El dúo soltó entonces las piezas que derritieron el corazón de una generación: empezaron con un éxito como Amor Real y siguieron con En esta no, el éxito de su último trabajo.
Pero cinco discos dan para mucho y el público, eminentemente femenino en la velada de este martes, se entregó desde el principio a temas como Déjate llevar, ABC o la muy coreada Que me alcance la vida.
El dúo no necesitó un concierto de alto voltaje: con ritmos lentos, que García acompañaba al piano, hicieron agitar los globos de colores que los 15.000 asistentes llevaban en la mano.
Ya pasaba la hora de concierto cuando el jurado de Viña del Mar premió la influencia en el pop latinoamericano de Sin Bandera y les concedió la Gaviota de Plata del festival.
El público, insatisfecho, insistió para que la recompensa fuera aún mayor.
“De oro, de oro...”, coreaban las 15.000 almas que se reunieron frente a La Quinta Vergara. Y no pararon hasta que el certamen otorgó la Gaviota dorada al dúo latinoamericano.
“Que nuestras canciones les hayan servido es un honor y un privilegio”, devolvió el saludo García, antes de que él y Schajris interpretasen temas tan recordados como Mientes tan bien o Que lloro.
Se lanzaron entonces a una exploración de su repertorio en el que los brazos de los espectadores se movían de lado a lado al repasar todos los éxitos de una carrera que adorna dos grammys latinos.
El final del show se acercaba y más emotivos se ponían García y Schajris: bajaron las luces con Suelta mi mano y crearon un ambiente intimista. Así llegó Entra en mi vida, el mayor éxito de su carrera, la canción que catapultó a Sin Bandera a la fama.
Entonces el romanticismo se desbordó en La Quinta Vergara: el dúo comenzó a interpretar su gran himno, pero rápidamente sus voces quedaron tapadas por el coro que formaron los asistentes que acudieron a la velada más apasionada de Viña del Mar.
La humorista Chiqui Aguayo y el grupo mexicano Camila cerraron la segunda noche del festival de festivales, como se conoce al certamen de la Ciudad Jardín.
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