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Dos días antes de morir en un accidente aéreo, el expresidente de Panamá, Ómar Torrijos, le dijo a Gabriel García Márquez , luego de leer El otoño del patriarca (1975), “así somos”.
El premio Nobel trató de escribir el libro en 1962, pero lo echó a la basura –solo quedó el nombre del personaje–, porque no tenía resuelto la moralidad del protagonista. La obra está ambientada en un país a orillas del Mar Caribe gobernada por un caudillo que refleja las dictaduras latinoamericanas. De hecho, el escritor de Aracataca se refirió reiteradas veces a la pieza como un poema sobre la soledad del poder.
Esa relación de las historias de ficción de Gabo, de dónde provienen y cómo se construyen, han sido tratadas por el escritor y catedrático de la Universidad del Atlántico, Ariel Castillo. Luego de leer varias biografías y semblanzas del autor costeño supo que muchas características de sus personajes coinciden con su vida a manera de autobiografías.
Para el docente, la prueba de un narrador es la construcción del personaje y que sean memorables para el lector. García Márquez, argumenta, era un maestro, incluso, desde la concepción de los nombres. “Pilar Ternera, por ejemplo, define el personaje. O las ambigüedades que un nombre como Florentino Ariza. O Mustio Collado para mostrar el anacronismo del personaje en Memorias de mis putas tristes”.
Añade que el escritor tiende a identificar a sus personajes con emblemas, capacidades o hábitos: la indigestión en ciertos curas, el don adivinatorio de Aureliano y su costumbre de tomar café sin azúcar, o la miel de abejas que escondía el patriarca con la receta de dos cucharadas todas las noches antes de irse a la cama.
De ahí que la verosimilitud esté muy alejada de pensar los protagonistas como seres perfectos. El colombiano Alonso Sánchez Baute, autor de novelas, relatos y crónicas, explica que esta es una condición indispensable en los personajes: “Empiezan y creen ser de una manera, pero a medida que el lector va descubriendo quién es, encuentra que es diferente. Así es cualquier humano; por eso no le temo a la contradicción”.
Alonso cuenta que para construir un individuo de sus ficciones por lo general se mete en su entorno, trata de entender qué lo mueve y de conocer su lenguaje. También ha usado la música, porque le aporta mucho a la caracterización. A veces piensa en si hablaría o pensaría de alguna forma, para tratar de hallar esa veracidad: “Es una coherencia muy diferente a la contracción; somos humanos y eso hay que hacerlo ver”, comenta.
De hecho, un mérito que el profesor Castillo le atribuye a García Márquez es que ciertos personajes detestables (Florentino Ariza, Fernanda del Carpio o el patriarca) son enriquecidos por Gabo cuando les muestra ciertas “facetas luminosas”, para no demonizarlos y caricaturizarlos.
Las claves para construir sujetos de ficción es lo que van a averiguar los escritores Gonzalo Celorio (México) y Alonso Sánchez Baute en una charla con Ariel Castillo, esta tarde en el Parque Explora, a las 3:30 de la tarde, durante el Festival Gabo. Mientras tanto, les preguntamos a estos invitados por sus protagonistas inolvidables en la literatura.