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En la sala más grande del Museo de Antioquia, esa donde se encuentra la columna vertebral del arte antioqueño, las obras de Pedro Nel Gómez o Débora Arango, lo que se plantea es una conversación estética de tres siglos con el título Historias para repensar.
Tres siglos, porque incluye obras de los siglos XIX, XX y XXI, y si bien la conversación es estética —pone en escena pinturas, esculturas, dibujos y otras piezas—, los temas de conversación son los mismos que han ocupado la atención de los humanos en todos los tiempos y lugares: la sociedad, el territorio, la política...
Para Nydia Gutiérrez, la curadora del museo, este es un espacio apropiado para repensar, por una parte, la historia de Antioquia y Colombia, que ha sido escrita desde subjetividades y, por otra, a “los clásicos modernos del arte”.
La historia o, mejor dicho, la historiografía, ha cultivado ideas etnocéntricas, es decir, tendientes a considerar la propia cultura como superlativa. Por eso, para calentar la hoguera de la conversación, la primera imagen que halla el visitante es una obra hecha en pólvora sobre tierra, del artista ecuatoriano Tomás Ochoa, Libres de toda mala raza. Esta pieza toma una fotografía del antioqueño Benjamín de la Calle (1869-1934), que muestra una pareja de un hombre y una mujer. Esa frase encierra una ironía o un cuestionamiento: ¿Cuál es la mala raza?
Mestizajes
Nydia hace énfasis en que, en esos registros de la historia, los antioqueños —y los colombianos— de hace cien años imaginaban que en el país toda la población era blanca y católica. Se desconocieron otras etnias —negras, indígenas, mestizas—. Qué decir de las personas de los grupos Lgtbi. Por eso hay una pared vacía o solamente ocupada con la pregunta: “¿Dónde están nuestras otras formas de lo simbólico?”.
La sala Historias para repensar se detiene en procesos creativos decisivos para el arte en nuestro medio, como los casos individuales de Francisco Antonio Cano, Pedro Nel Gómez y Eladio Vélez.
Cano es el artista yarumaleño fundador del arte de academia. Es más conocido por Horizontes, en la que se adivina el espíritu de la colonización antioqueña. También ocupa amplio espacio el Estudio para el cuadro El Cristo del Perdón, que está en la catedral Metropolitana.
Artistas que se han centrado en el paisaje como asunto de realidad y de ficción tienen su sitio. También sobre territorios controlados que habitan en los mapas.
Un recorrido por el arte antioqueño en diálogo con el colombiano y el americano.