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Para algunos, la sala de cine ha sido el Estadio Maracaná. Para otros, aquel espacio tradicional de películas fue el Foro de Montreal donde Queen realizó en 1981 uno de sus mejores conciertos de la historia.
Es tal vez la única manera en que muchos seguidores podrán disfrutar de sus artistas favoritos cuando no hay oportunidad de verlos en vivo y también es la manera de acercarse al arte que antes parecía tan lejano.
Son estas las actividades que les quitan salas a las películas en el cine.
Gisela Zivic, soprano y directora ejecutiva de la Fundación Prolírica de Antioquia, explica que la experiencia de escuchar, actuar, ver y cantar en vivo no la supera ninguna tecnología.
“Sin embargo, pienso que poder ir a una sala de cine y tener la oportunidad de ver una obra teatral vía satélite o en diferido hace más populares estos eventos. Yo he estado en obras y conciertos en la pantalla grande y entiendo que este sistema puede ser esa forma de iniciar a las personas en el mundo del teatro musical, quienes luego irán a las presentaciones que se realicen en vivo”, afirma Zivic.
Empresas como Cine Colombia y su programa Cineco Alternativo o Procinal con la opción de disfrutar los partidos de la Copa América y el Mundial de Fútbol en sus salas, son parte de esos usos diferentes que se le dan a la pantalla grande.
Desde 2008 y hasta enero de 2015, Cine Colombia ha exhibido 68 eventos de ópera. Mientras que el concierto de Queen Hungarian Rhapsody de 1986 llevó 4.387 espectadores en todo el país, el videoconcierto más visto hasta ahora.
“Por ejemplo, este jueves 9 de julio tendremos una función del concierto Smashing Pumpkins Oceania 3D, un evento que sigue la línea de recitales que hacemos en el año”, sostiene Laura Palacio, funcionaria de Distribución en Cine Colombia.
Estar junto a más personas durante un videoconcierto de rock en una sala de cine, es tal vez para muchos lo más cercano que han estado de su banda o artista favorito.
Para el ingeniero electrónico Alejandro Espinal, asistir al videoconcierto de la banda Muse en las salas del Centro Comercial Santafé fue una experiencia emocionante.
“Al principio pensé que habría pocas personas, pero fue grande mi sorpresa cuando me encontré con una sala llena, tanto que me tocó en las sillas de adelante. Me generó una gran emoción, además, tener tanta gente al lado que también lo disfrutaba me animó más. No faltó quien se levantara de su silla, saltara y bailara”, explica el ingeniero rockero.
Agrega que la pantalla gigante, el sonido envolvente y las personas cantando son mejores que verlo en la pantalla de un computador.
“Es una emoción colectiva, una conexión interesante. Espero poder seguir yendo”, concluye Alejandro.
Tal vez nunca llegue a ser mejor que escuchar y ver a sus artistas en vivo. Pero, para muchos, las salas de cine seguirán transformándose, así sea por una noche, en teatros famosos, estadios repletos y el lugar donde reviven los mejores conciertos de la historia.