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Faltan 36 días para que regrese el diablo. Volverá de los avernos, en una figura que pasa los cinco metros, el sábado 5 de enero. Saludará con un discurso en el que de seguro hablará del mal estado de las calles del pueblo, halará las orejas por la corrupción en el país y le dirá a la gente que se acuerde de que la fiesta es para disfrutarla, que nada de peleas. Volverá a Riosucio, Caldas, como lo hace cada dos años cuando inicia el Carnaval.
Luego se pondrá en una de las dos plazas y desde allí vigilará la tradición, verá pasar las cuadrillas, invitará a que las personas bailen hasta el amanecer. Ahí estará hasta el miércoles, cuando será quemado para que regrese al infierno.
El de Riosucio es el Carnaval que sucede más cerca a Medellín: el municipio está a tres horas en carro, un poco más en bus. Es bianual, con una preparación que empieza seis meses antes con cinco decretos y un convite, y este sábado traerá un pedacito a la ciudad, para que quienes tengan curiosidad sepan qué es lo que va a pasar en enero, cuando sea la medianoche del 4 de y los riosuceños empiecen a cantar, de memoria, y a saltar, como si no hubiese habido nunca un Carnaval, “salve salve placer de la vida, salve salve sin par Carnaval”. Es el himno.
El evento lo organiza un grupo de jóvenes riosuceños que viven en Medellín, llamado el deshonorable Ministerio del Guarapo. Es la cuarta vez que lo hacen, siempre en año par, unos días antes de que empiece la fiesta, con la idea de que las personas que vayan a ir entiendan que más allá de la rumba, hay una historia, que lo cultural es fundamental, que conozcan qué significa el diablo, cuenta Silvia Gutiérrez, viceministra trina-lateral de asuntos guaratológicos.
El título es porque, así como en el jolgorio de enero, el Ministerio del Guarapo tiene sus cargos, en una réplica del país. Así que hay ministro del guarapo, cónsul de dudosa procedencia y secretario de asuntos sin importancia.
El sábado, a las 5:00 de la tarde, en La Pascasia, hay un conversatorio, Así es nuestro Carnaval, contado por invitados riosuceños e investigadores de la fiesta, y a las 8:00, un acto matachinesco, con una muestra de lo que sucede durante la festividad, con cuadrilla invitada, acto ministerial, decreto y demás.
Y para que no se pierda en palabras extrañas, esto es lo que debe saber.
¿Cómo se llama?
Nada de decirle Carnaval del Diablo, porque si lo escucha un riosuceño, lo devuelve: el diablo es solo un símbolo, por lo que llamarlo así, dice Óscar Wilson Cruz Trejos, presidente de la Junta, sería hacer una lectura reducida. El Carnaval, precisa, es una suma de elementos, como las cuadrillas, la literatura matachinesca, la búsqueda de identidad. Además que muchos lo nombran así buscando llamar la atención sobre lo que no es: una fiesta satánica o demoniaca. Nada más equivocado.
¿Entonces qué diablos es?
El diablo es el gran mito y difiere, comenta el presidente, del mitológico y bíblico, el de la maldad. El de Riosucio fue capaz de unir dos pueblos, sigue él, bajo el manto de la danza, la poesía, la ironía, el disfrute, la sátira. Es bueno, invita a vivir en paz, regaña si le toca, denuncia si es el caso.
¿Qué es imperdible?
Las cuadrillas, que son el rito, y en las que un grupo de personas se reúnen alrededor de una idea y una máscara, para convertirse en eso que no son. El disfraz los une, así como un elemento fundamental de la fiesta, que está también en los decretos, en los convites y en el saludo del diablo: la literatura matachinesca.
Unas veinte cuadrillas, más o menos, el domingo salen a las calles en un desfile, para después ir a varias casas y tablados a cantar temas populares a los que les cambian las letras para burlarse o criticar. Óscar señala que se le canta al diablo, a la mujer, se quejan del ser humano, hablan de la naturaleza. Hace dos años, por ejemplo, un verso de la cuadrilla Se armó la de Troya, decía, con la letra de Tabaco y Ron: Qué mal están todas las calles de mi pueblo/ si va a pasar tenga cuidado con los huecos.
¿Un presidente para qué?
En el Carnaval se burlan del sistema político, por eso tiene su propia república, con un presidente, un alcalde, un vicepresidente y siete coordinadores, que son los ministros. Con eso, explica Óscar, se indica que la fiesta es autónoma y que la preside el presidente, que es a su vez el representante legal. Durante los cinco días, en Riosucio no manda el alcalde, sino la República del Carnaval
¿Y para un riosuceño, qué es el Carnaval?
Dice Nicolás Lerma “Pichi”, ministro del Guarapo: “Es un acto sublime, en el que el espíritu logra alcanzar el éxtasis de plenitud y felicidad, a pesar del cansancio físico que se vive durante y después de esta maratónica fiesta. Por otra parte, ser hijo de un matachín (hacedor de la fiesta) sin duda ha influido en mi preferencia y pasión por esta celebración, porque crecí en medio de disfraces, cuadrillas e instrumentos musicales” .
Dice Silvia Gutiérrez: “El Carnaval es esa magia necesaria para el pueblo que los riosuceños esperamos con ansias durante dos años. Es un tiempo donde nuestro diablo, el bufón del jolgorio “libera las ataduras del cuerpo hasta las necesidades del espíritu”, como lo dice Arcesio Zapata Vinasco (escritor riosuceño). El Carnaval es la posibilidad de una doble mascarada, en la que somos libres mediante diferentes expresiones artísticas y culturales, un espacio en el que no importa quién eres y qué tienes, todos somos iguales y nos abrazamos bajo el “¡salve, salve placer de la vida!”. Podría quedarme todo un día diciendo lo que es el Carnaval pero, en mí, logro reducirlo así: es un legado de Trina (mi abuela) que abarca todo tipo de sentimientos y que sin pensarlo se me ha ido arraigando al diario vivir, de alguna manera, uno vive por y para el Carnaval”.