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Luis Carlos Ruiz sonríe hoy en Nacional. Y tiene sus razones.
Empezó el año con la confianza del técnico Reinaldo Rueda, porque el semestre anterior fue el jugador que tuvo menos oportunidad y por poco abandona al club antioqueño.
También colaboró con uno de los tantos para el título de la Superliga y, pese a que no fue concentrado para el duelo de hoy ante Alianza Petrolera (5:00 p.m.) por la primera fecha de la Liga Águila-1, la partida de Jéfferson Duque al fútbol mexicano, le abre las puertas para que asuma la función de goleador en Nacional.
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“Trabajé muy bien en la pretemporada, estoy al cien por ciento y es lo que estoy tratando de demostrar en la cancha”.
Cuenta el jugador samario, de 29 años, que tuvo dudas para continuar vistiendo la camiseta verde en 2016.
“Siempre me gusta estar aportándole al equipo, no deseo estar fuera de la cancha, pero reflexioné porque este es un gran club y con cosas muy favorable; además jugará torneos internacionales y eso motiva a cualquier jugador. Por eso aquí estamos”.
Dice que el estratega Reinaldo Rueda siempre le manifestó su deseo de contar con él, pese a que no lo tuvo mucho en cuenta en el torneo anterior.
“El profe me ha dicho que me quiere tener. Hemos tenido conversaciones favorables. Debo confesar que tuve opción de ir a Santa Fe, pero uno de mis propósitos este año es ser figura con Nacional”.
Su familia es lo primero
Su seres queridos fueron clave para la decisión de quedarse. Por eso le brillan los ojos cuando habla de su esposa Kelly Utria y sus hijos Luis Carlos y Valery.
El delantero sabe lo que es estar lejos del país y lo hizo a 14.738 kilómetros cuando jugó en China. Fue un choque cultural difícil y por eso haber regresado en 2014 para jugar en Nacional ha sido una bendición y ahora busca la consolidación. “Lo más difícil fue la comida. De resto intenté demostrar mis condiciones y traté de hacer las cosas bien. Me hacían falta Colombia, mis padres y mis hermanos”.
Recuerda que lo más raro que le tocó comer en el país asiático fue una sopa deliciosa de la que luego se llevó una sorpresa.
“Era un caldo muy bueno y al final miramos el recipiente en el que lo sirvieron y encontramos un ave negra, que finalmente no supimos qué era. Ir al supermercado tampoco era fácil, porque encontrábamos sapos, lombrices y culebras”.
Eso le ha dado fuerzas para tener claras sus metas. “Quiero ser una gran persona y llegar a la Selección; aportándole a Nacional puede ser posible en estos torneos que se vienen”.