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Froome festejó su tercer título del Tour de Francia en cuatro años

  • Christopher Froome acaba de coronar el podio de París por tercera vez. FOTO Reuters
    Christopher Froome acaba de coronar el podio de París por tercera vez. FOTO Reuters
24 de julio de 2016
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Christopher Froome (Nairobi, 31 años), “el hombre tranquilo” que aprendió de niño que la bicicleta era un elemento de libertad dando paseos por el Monte Kenia, acaba de coronar el podio de París por tercera vez, una cifra que le coloca en la historia junto al belga Philippe Thys, el francés Louison Bobet y el estadounidense Greg Lemond.

Una victoria contundente del “africano blanco”, el mismo que hace tres años asumió los galones del Sky, heredados de sir Bradley Wiggins, un excompañero que privó del triunfo en 2012 a “Froomey”, impidiendo entonces su despegue.

Lea aquí: ¡Nairo hace historia con su tercer podio en el Tour de Francia!

Froome empezó a montar en la bicicleta de hierro que le cedió el mayor de sus dos hermanos. Daba paseos por la sabana keniana, a veces entre manadas de animales salvajes, algo que hubiera espantado a cualquiera. No fue el caso Christopher, hijo de una fisioterapeuta y de un operador turístico que organizaba safaris.

En Sudáfrica, donde fue trasladado su padre, nació su pasión por la bicicleta y se alistó en el primer club. Antes de ser adolescente en aquel país fue niño en Kenia, en el África negra. Pertenece a una familia inglesa originaria de Brighton y vivió junto a sus tres hermanos en la capital keniana hasta los 14 años.

La vida al aire libre le marcó su empatía con el continente negro, a pesar de algún susto “de muerte”. Una vez la presencia de un árbol le salvó de vérselas cara a cara con un hipopótamo. Y la salud le avisó con la bilharza, una enfermedad derivada de un parásito que de vez en cuando aparece para restarle glóbulos rojos.

En el colegio Saint John de Johannesburgo adquirió acento de Oxford y modales de ‘gentleman’, y aprendió a vivir apartado de la familia. En la misma ciudad estudió economía, pero a un año de la licenciatura dejó de estudiar cuando el ciclismo profesional llamó a su puerta.

El descubrimiento de Froome tuvo lugar en la Vuelta a España 2011. Fue como gregario de Wiggins y acabó segundo, por delante de su jefe de filas y por detrás del español Juanjo Cobo.

No ganó la Vuelta por 13 segundos, el tiempo que perdió por esperar a Wiggins camino de los altos de Manzaneda y La Farrapona.

En imágenes: El tour cerró su recorrido en París

En 2012 Froome no se llevó el Tour por los mismos motivos que no ganó la Vuelta. Aquellas escenas en los puertos de Galicia y Asturias se trasladaron a los Alpes, a la Toussuire y Peyragudes, donde “el africano con alma blanca” tiró de freno para no soltar de rueda a Wiggins, imperial solo en la lucha contra el cronómetro.

Toda una declaración de obediencia y fidelidad a la empresa Sky, aunque “resulte un poco frustrante”, dijo entonces.

Su sueño de joven se aplazó a 2013. Finalizó de amarillo en París tras dominar de principio a fin. Ganó tres etapas, la primera de Pirineos, en el Mont Ventoux y la crono de los Alpes.

Sobre su origen, Froome siempre ha declarado que se siente “ciudadano del mundo”, aunque se siente más próximo a África, donde piensa volver cuando se retire del ciclismo, con la idea de montar una escuela en Kenia.

El primer técnico que reparó en sus aptitudes fue el italiano Claudio Corti, quien le vio “detalles especiales” en la Vuelta a Ciudad del Cabo 2007. “Le vi ágil, potente, y los favoritos no le dejaron de rueda en la subida final”, recuerda.

En 2007 Froome se instaló en Italia cuando corría con el Konica (2007), un modesto equipo continental. Se instaló cerca de Bérgamo, ya que su novia vivía en Milán y por tren la podía ir a ver. Cuando cortó la relación tuvo una cosa muy clara: “Ahora me voy a centrar en mi carrera ciclista”. Aquel año ganó el Giro de las Regiones y una etapa en la Vuelta a Japón.

En 2008 obtuvo la nacionalidad británica y fichó por el equipo sudafricano del Barloworld, que le lleva al Tour de Francia, donde finaliza en el puesto 84. Los técnicos británicos ya confiaban en Froome y le seleccionaron para competir con Gran Bretaña en los Campeonatos del Mundo celebrados en la localidad italiana de Varese.

Con los mismos colores corre el Giro en 2009 y acaba el 36, y en 2010, tras fichar por el Sky, repite en Italia y se retira por culpa de una tendinitis en una rodilla.

En 2010 Froome aterriza en su actual equipo, el Sky. Una temporada nada brillante en resultados, ya que solo logró la medalla de plata en el campeonato británico contrarreloj, por detrás de Bradley Wiggins.

En el equipo actual empezó a forjar su leyenda. Una trayectoria imparable que le ha llevado a lograr tres Tours de Francia, con 7 triunfos de etapa, 3 Dauphinés, 2 Tours de Romandía y un bronce olímpico en Londres 2012, entre otros logros.

Froome tiene un objetivo claro: “volver al Tour 5 ó 6 veces más” e intentar llegar de amarillo a París, que es “la ilusión de todos los ciclistas”. Sigue disfrutando del ciclismo, y a este deporte se entrega con disciplina espartana.

En el futuro le quiere contar a su hijo Kellan sus aventuras en la carrera más importante del mundo. De momento, el hijo de Chris y Michelle juega con los leoncitos que gana su padre cada vez que sube al podio.

Un tipo sencillo, casi siempre con la sonrisa en la boca, que hubiera sido oficinista de no haberse inclinado por la bicicleta. Si los entrenamientos y la vida familiar le dejan unas horas, Froome escucha música de Coldplay. Entre sus mejores recuerdos, aparte de sus triunfos en París, el día que conoció al expresidente surafricano Nelson Mandela.

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