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Lo primero que Cristóbal Piedrahíta hizo al ver la cámara fotográfica fue alzarle el dedo gordo de su mano derecha y sonreír.
Con ese gesto, sumado a su alegría constante, se comenzó a ganar al público del Clásico EL COLOMBIANO, quien moría de ternura con este corredor de dos años y medio de edad.
En la pista, cuando el voceador anunció su nombre, alzó la mano y sonrió, llevándose las exclamaciones y aplausos. Durante el recorrido por la Zona Dura de la Feria de las 2 Ruedas, concentrado y con la mirada seria, se impulsó con sus pies, no se rindió. Atrás estaba su padre, Diego, quien lo animaba a que siguiera. Después de dos curvas en el trazado, terminaron la carrera, en las últimas posiciones, pero el papá no paraba de felicitarlo.
“Cristóbal es un niño muy alegre, muy animado y se hace querer fácil. Incluso en el barrio lo conocen y todo el mundo lo saluda”, comenta el mentor, que a las 8:00 de la mañana lo hizo salir de su casa en Caldas.
Hace un año que cogió una bicicleta y no la soltó. En su casa, en el sector de La Docena al norte del Valle de Aburrá, sale a diario con su padre a recorrer, aunque este último sea un poco perezoso.
“Es curioso, pero para lo único que se levanta el niño temprano, porque es muy duro para madrugar, es cuando le mencionas que vas a ir a montar bici”. Incluso, lo tuvieron en clase de estimulación musical, pero allí se distraía.
Es tanto el amor que germina por la biela que ahora está engomado con Nairo Quintana en el Giro de Italia, mientras que despunta sus primeros pasos queriendo ser como él. No obstante, cuando se le ocurre, repite el “olé, olé, mi Nacional” y expresa que es el equipo de sus amores, pero su padre tiene claro que irá por el camino de las ruedas.
“No quiero esos fanatismos extremos de hacerse matar por una camiseta, ojalá le guste el fútbol, pero yo quiero que se dedique al ciclismo”.
Al terminar y robarse las miradas en el push bike, Cristóbal se fue a consolar a uno de sus amigos y le dijo que no tenía porqué estar asustado. “Esto es para divertirse”, culminó el pequeño.
Juanita sigue tradición
Por influencia de su hermano Juan Pablo, que tiene 4 años y lleva dos montándose en bicicletas, Juanita Peña Velásquez decidió medírsele a las bielas.
Ella, dos años menor, iba a los entrenamientos de su familiar y terminaba montándose en las bicis de los otros, por lo que hubo que comprarle una propia, como lo menciona Juan Diego, su padre.
“Acá estaba como seria, azarada, un poco asustada por la gente, por ser su primera vez en el Clásico, pero usted la viera en esa casa, parece loca en el garaje con la bicicleta”, relata su mentor sobre la experiencia de ayer en el certamen de EL COLOMBIANO.
Cada ocho días, a las 8:00 a.m., comienza sus entrenamientos en Itagüí, no sin antes tomarse su tradicional Milo y un palito de queso.
“A nosotros nos gusta que empiece a tener rodaje”, declara Yaira, la feliz mamá.
Miguel registra sus pasos
Jorge Castro es un aficionado a grabar cada uno de los primeros movimientos de su hijo Miguel Ángel.
Por eso, el menor, de dos años, portó ayer una cámara go pro en su casco blanco para grabar imágenes de su participación en el certamen. “Yo tengo varios videos de él, los colecciono para que los mire apenas sea grande”, dice Jorge, quien, desde Rionegro, lo acompaña a todo lado.
Incluso, afirma, Miguel no sale a ningún lado sin su gran amiga: “a la guardería, a la tienda, al cuarto, no la deja un solo segundo”, relata.
En 15 días es el ciclopaseo
- La segunda etapa del Clásico será el tradicional Ciclopaseo por el Oriente antioqueño, el próximo 21 de mayo.
- Rionegro, Carmen de Viboral y San Antonio de Pereira son los lugares que se tomará este evento.
- Las inscripciones se abrirán desde mañana en las tiendas GW y la sede de EL COLOMBIANO en Envigado.