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El galés Geraint Thomas consiguió
su primer título importante. Nunca antes había figurado en un top-10 de
una carrera grande.
El británico Geraint Thomas (Sky), vencedor del Tour de Francia, tuvo la sensación de “estar flotando” ayer durante las últimas vueltas en los Campos Elíseos de París, donde las banderas británicas y galesas le pusieron “la piel de gallina”.
“Es increíble. Me tomará un tiempo asimilarlo. Es irreal. Es el Tour de Francia. Llevar el maillot amarillo es un sueño. Con los compañeros nos mantuvimos unidos en algunos momentos difíciles, pero fuimos los más fuertes”, destacó.
Y no debe hacérsele raro, pues Thomas pasó de ser un gregario a asumir el rol de campeón en la carrera más importante del ciclismo mundial por etapas.
Su mejor posición en una de las tres carreras grandes , es decir Tour, Giro de Italia y Vuelta a España, había sido 15º, conseguido en la competencia gala, coincidencialmente en dos años seguidos (2015 y 2016). En el Giro italiano, su mejor actuación se produjo en 2012 (puesto 80) y en la ronda española (69° en 2015).
El Tour de Francia de 2018, que terminó en París con la victoria al esprint en la última etapa del noruego Alexander Kristoff, cambió de dueño a nivel individual, con el título final para Thomas, pero sin salirse del molde del Sky.
Chris Froome, que buscaba su quinto triunfo en el Tour de Francia, pagó el esfuerzo del Giro de Italia, igual que le había pasado un año antes a Nairo Quintana.
Pero si el colombiano fue duodécimo en el Tour de 2017, Froome al menos terminó tercero, 2 minutos y 24 segundos detrás de su compañero y amigo Geraint Thomas, mientras que el holandés Tom Dumoulin fue segundo en la general final, a 1.51 del ganador.
“Todavía no tengo hijos, por lo que por ahora este es mi momento más bonito, al mismo nivel que el día de mi boda”.
Thomas, a sus 32 años, cuando nadie lo esperaba, se convirtió en alternativa a Froome y se benefició del rodillo Sky, que arrasó con lo que se ponía a su paso.