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Era tanta la insistencia de practicar bicicrós, que Natalia Betancur, la madre de Juan José Yepes, le tuvo que comprar una bicicleta usada.
Recuerda que le valió 40 mil pesos, el cuadro era de hierro y las llantas gruesas.
En ese momento, el niño de tez trigueña tenía siete años, y pese a su corta edad sorprendía que sus piernas tuvieran la fuerza necesaria para poner a andar ese caballito de acero por las rampas de la pista de BMX de Copacabana, donde reside.
Pero más que fuerza, a este niño lo empujaba era el deseo de salir adelante en una modalidad en la que pinta para ser uno de los mejores país.
El año pasado fue campeón de la Copa Antioquia, en la categoría 11 años expertos, y segundo en el Clásico EL COLOMBIANO-Indeportes Antioquia, certamen al que regresa este sábado con la ilusión de lograr su primer triunfo.
“Para eso me estoy entrenando, para darle una bonita alegría a mis seres queridos”, dice Juan José, quien es llevado en moto, y por su madre, a entrenar en la pista Antonio Roldán Betancur de Belén cuatro días a la semana.
Su padre, operario en Fabricato, y ella, que vende huevos gracias a una empresa avícola que tiene su familia, han sudado bastante para comprarle una buena bicicleta y la indumentaria exigida para que pueda competir sin inconvenientes. “No se me olvida que su abuela, María Eugenia, le cosió los primeros uniformes; nos ha tocado muy duro”, reconoce Natalia, al agregar que más allá de que su hijo sea un campeón, se esfuerzan para que, por medio del deporte, sea una persona de bien para la sociedad.
El menor pedalea firme en el bicicrós, y hoy, en un nuevo Clásico, luchará para brindarle otra satisfacción a esas personas que se empeñan por él, siendo este uno de sus pagos a ese gran sacrificio.