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Si la imagen ayer de Tom Dumoulin en pleno ascenso hacia Ortisei, meta de la etapa 18 del Giro de Italia, causó sorpresa al hacerle señas a Nairo Quintana para que acelerara el paso, la postura del colombiano, fría, calculadora y conservadora, también llamó la atención.
¿Pero qué está esperando Quintana para atacar? ¿Lo está haciendo en el momento apropiado? ¿Cuál es la verdadera estrategia que se plantea su equipo Movistar para aspirar al título? ¿Tiene el boyacense el vigor suficiente para desbancar del liderato a Dumoulin? ¿En las dos etapas de montaña que restan podrá conseguir la ventaja que requiere para llegar a la contrarreloj final con algo de tranquilidad? ¿Ha aprendido a dosificar sus fuerzas? ¿No pondrá en riesgo el segundo lugar de la general que ocupa?
Preguntas que salen a flote al ver el rendimiento del nacido en Cómbita así como el de sus oponentes, el principal, Dumoulin (Sunweb), quien se defiende y además contraataca. Le lleva 31 segundos de diferencia a Nairo, y 1.12 a Vincenzo Nibali (Bahrain).
Por su parte, el francés Thibaut Pinot (FDJ) se acerca al podio tras ser ayer tercero en la jornada de 137 km desde Moena a Ortisei/St. Urlich y que ganó el estadounidense Tejay Van Garderen (BMC). Esa llegada es recordada por Colombia luego del triunfó allí de Iván Parra en 2005.
Pinot es cuarto ahora, a un minuto y 36 segundos de la primera posición.
Luego del gran esfuerzo, Quintana se muestra tranquilo y optimista. “Teníamos que atacar, y todo el equipo trabajó como esperábamos para buscar esas aceleraciones. Lo intentamos una y otra vez, pero no fue posible sacar tiempo al líder, que demuestra que está en buena condición”.
El colombiano, quien ya triunfó en esta competencia en 2014, asegura que se siente en buena forma. “Los datos físicos son buenos por mi parte. Nos quedan dos días y debemos seguir intentándolo, de lejos si podemos”.
¿Podrá imponer hoy condiciones en los 191 km entre San Candido/Innichen y el alto de Piancavallo, de primera categoría? El último que triunfó allí fue el recordado Marco Pantani en 1998. Ochos días después alzó el título del Giro.
El técnico Absalón Rincón dice que con Nairo nada está escrito: “Siempre compite para ganar”.
Aunque sabe que la misión no es sencilla, Quintana, avisa: “No nos queda otra que aprovechar el terreno que resta, probarlo junto al equipo, atacar y atacar” .