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Por luz elida molina marín
El destello de sol que cruzó por su ventana le advirtió a Edwin Javier Cossio que era el momento de levantarse. Antes de poner los pies en el suelo, una oración para encomendarle a Dios la vida y la etapa de Rigo.
De inmediato se enfundó su traje: la tricolor de pies a cabeza. Así quería ver la penúltima etapa del Tour para enviarle la mejor energía al hijo ilustre de Urrao.
“Es la primera vez que hago esto, tengo las medias y los calzoncillos rojos, y me vestí de amarillo, azul y rojo para transmitirle toda la fuerza positiva a Rigo. Estamos felices con ese subtítulo, esto nos llena de orgullo. Una persona humilde y cercana a todos como él se merece cosas buenas. Ha dejado en alto, no solo el nombre de Urrao, sino de Colombia”, dijo en medio de la emoción.
Pero no estuvo solo. Al llegar a la plaza del pueblo, Edwin Javier se encontró con las niñas del club de ciclismo. Ellas, en primera fila, y luciendo su uniforme con orgullo, tomaron la mejor posición para ver en pantalla gigante la etapa que robó suspiros.
Detrás de ellas llegaron amas de casa y trabajadores del campo, quienes con sus botas no se perdieron ningún segundo de la actuación de Rigo.
La emoción crecía y el corazón se aceleraba con los gritos del narrador que daba el tiempo del corredor, que en su juventud rodaba en bicicleta vendiendo chance en las calles del pueblo
Los pitos y los vivas se escuchaban en toda la plaza cuando las imágenes mostraban el desempeño de Urán.
El único silencio de la mañana llegó cuando, a menos de 300 metros del final, Rigo se fue contra las vallas y bajó su pie derecho para evitar una caída.
En medio de la angustia, salieron bendiciones para el corredor que no cayó y siguió en busca de la meta, donde logró escalar al segundo lugar de la clasificación general.
Tras la llegada del paisa al estadio de Marsella, la fiesta en Urrao se prendió. Los globos se elevaron y todos se abrazaron para festejar la hazaña del ídolo del municipio.
Edwin Javier corrió como loco gritando: “¡viva Rigo!, mientras las personas aplaudían el resultado del humilde vecino, al que vieron crecer montado en su bicicleta y sacándoles sonrisas con sus ocurrencias n