viernes
7 y 9
7 y 9
El clásico paisa, un nuevo reto de convivencia para las barras
Autoridades mezclan pedagogía con mano dura para evitar que se presenten episodios de violencia entre las barras de fútbol.
17 de marzo de 2017
bookmark
200
personas están vetadas actualmente para ingresar al Atanasio Girardot.
5
años es el máximo periodo de veto del estadio para un hincha violento.
Hay tensión en el fútbol colombiano. Los recientes hechos de violencia entre las barras de distintos equipos del rentado local ponen a las autoridades en alerta ante la llegada de la primera fecha de clásicos del 2017 este fin de semana.
Si bien el fenómeno no es nuevo, el dossier de este año incluye todas las formas de violencia del fútbol, desde el robo de trapos de hinchas del Deportivo Cali a la barra del Independiente Medellín, que desembocó en una gresca en el Atanasio Girardot en el partido entre estos dos equipos; hasta las amenazas de la barra del Cali y del Bucaramanga a sus propios jugadores, más las grescas alrededor del partido entre Nacional vs. América y Millonarios vs. América.
Aunque las autoridades no han tardado reaccionar con sanciones y castigos, que para el caso del DIM significó la suspensión por dos partidos de la tribuna donde se ubica su barra y el veto del estadio para 31 hinchas por un año, aún existe un manto de duda sobre la efectividad de estas sanciones, pues los hechos se siguen presentando.
Lea aquí: 31 hinchas del DIM no podrán volver al estadio durante un año
La implementación de tecnología para identificar a los violentos ha sido, según las autoridades de Medellín, una solución para erradicar la violencia de los estadios. En este tema, la capital antioqueña es pionera en Colombia.
Atanasio, el ejemplo
El 20 de marzo de 2016, el estadio Atanasio Girardot volvió a recibir un clásico antioqueño con las hinchadas de Nacional y Medellín tras dos años de ausencia de la barra visitante en este encuentro.
El Comité de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol de la ciudad se dio en la tarea de realizar mesas de trabajo previas con los líderes de las barras populares de ambos clubes para asegurar el buen comportamiento. Además, las secretarías de Juventud, Cultura, el Inder, la Personería y otras entidades se sumaron a la causa con actividades culturales previas al espectáculo deportivo, en una estrategia denominada “El fútbol cuenta conmigo”.
Pese al esfuerzo, a la hora de la verdad, el clásico 289 se empañó por una pelea entre rojos y verdes en la tribuna Oriental del Atanasio Girardot.
El detonante fue uno de los santos griales del barrismo: los trapos, y se desencadenó cuando un grupo de hinchas de Nacional le quitó una de estas banderas a su contraparte del Medellín. Este momento agridulce se zanjó cuando los agresores accedieron a devolver la bandera y disculparse.
Dos días después del incidente y tras el análisis de los videos de las cámaras instaladas dentro del escenario deportivo, se logró la plena identificación de 12 hombres que fueron responsables de los desórdenes. A ellos se les multó con $13.789.080 y un veto al estadio durante tres años.
Andrés Felipe Tobón, subsecretario de Gobierno y quien preside el Comité, reconoció que esta situación fue un revés para el proceso, pero se siguió trabajando en pro de la sana convivencia. Después, los clásicos del 7 de mayo, 28 de agosto y 22 de octubre de 2016, no sufrieron alteraciones de orden público.
En busca de reconocimiento
Alejandro Villanueva Bustos, profesor de deporte social y experto en el tema de hinchas, explicó que las barras trascienden al fútbol como deporte y se ligan más a sentimientos de pertenencia por un grupo que los acoge e identidad regional y territorial, especialmente cuando se mezclan con entornos problemáticos y sectores deprimidos de las ciudades.
En la capital paisa actualmente hay 10.000 miembros de barras, de acuerdo con los censos realizados por Rexixtenxia Norte, del DIM, y Los Del Sur, de Nacional. Y la violencia entre hinchas ha dejado en los últimos cuatro años unos 60 barristas muertos en Colombia, según los cálculos que cruzó Villanueva entre la Policía Nacional, los medios y los mismos barristas.
El mismo ambiente del fútbol funciona como caldo de cultivo para esta catarsis, según explica Alejandro Millán, productor multimedia de deportes para la BBC de Londres: “El deporte de conjunto tiene una condición de batallón que enarbola una bandera. Los hinchas se golpean por los colores, no por los hombres”.
En ambos conceptos coincide Felipe Muñoz, un líder de la barra de Atlético Nacional, Los Del Sur, que es enfático en que la violencia en el estadio es reflejo de “la violencia en la sociedad” que se genera “en el marco del fútbol pero no es causada por este deporte”.
Trabajando con barras
Tobón afirmó que los trabajos de sensibilización se llevan a cabo de manera consensuada con líderes de barras y han minimizado la violencia dentro del estadio para que no se replique afuera.
“Este proceso nos ha ayudado a derribar el mito que los rojos y los verdes no se pueden sentar juntos en el estadio y hemos logrado que entre ellos se vean como ciudadanos en vez de como hinchas”, argumentó.
Aunque admite que este es un proceso de ensayo y error, es optimista en que las barras han respondido bien. Sin embargo, Tobón reconoce que no todo es pedagogía, pues de igual forma se han empleado sanciones y multas para evitar actos de violencia.
Usando la tecnología del Atanasio Girardot se han podido identificar alrededor de 350 personas que han generado riñas y han atentado contra la tranquilidad del espectáculo deportivo. De ellos, 200 están actualmente vetados.
Para avanzar con las sanciones individuales, Tobón explicó que desde el año anterior la Alcaldía adelanta un proceso de enrolamiento (sistema de identificación biométrica con reconocimiento facial) a todos los hinchas que ingresan habitualmente al estadio.
“Con este sistema podemos identificar a quienes pretenden ingresar al estadio teniendo sanciones. Si esto llega a suceder cualquier cámara de seguridad de inmediato arroja una alerta de que esta persona tiene prohibido el acceso”.
Los orígenes
El fenómeno de la barra brava en Colombia es relativamente joven. Inició en la década del 90 cuando se copió el modelo del fútbol argentino, que se veía a través de la televisión con cable.
Se empezaron a imitar los comportamientos violentos, un problema que en Argentina lleva varias décadas y que ningún gobierno ha podido poner en cintura. Es tan complicado el tema en el país vecino que incluso los seguidores de un equipo no pueden caminar por el barrio de sus rivales en la cancha.
Para Villanueva, que trabajó con barras bogotanas, paisas y caleñas, Colombia podría seguir esa dirección si no se aborda la problemática de forma menos restrictiva.
“Prohibir entradas de hinchas visitantes y cerrar fronteras no sirve, porque existen otros sitios donde se pueden encontrar”, explicó, “por eso negarle la posibilidad al visitante de asistir al estadio aumenta las tensiones”.
Las peleas en carretera entre hinchas del Cali y el DIM, o de Nacional y América, han dejado heridos y ejemplifican lo dicho por el experto.
Dimensionar
Que los hinchas que causan violencia en los estadios son pocos es una frase tan repetida como cierta. Aunque no es un dato menor, los 200 vetados que han arruinado una buena tarde de fútbol en el Atanasio, representan apenas el 0.01 por ciento de 2.000.000 de asistentes que tuvo el estadio en 2016.
Solo el tiempo dirá si las medidas que se tomaron en el Atanasio y la confianza dada a los hinchas tienen el éxito necesario para que sean replicadas en el resto de estadios del país.
Te puede interesar
El empleo que busca está a un clic
