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Goles olímpicos, divinas rarezas en el balompié

El tanto que consiguió Gilberto García

le dio la vuelta al mundo e hizo recurrir

al recuerdo para analizar estos goles.

  • García siempre ensayó cobros de pelota parada. Así lo mostraba desde su época en Nacional. FOTO archivo juan a. sánchez
    García siempre ensayó cobros de pelota parada. Así lo mostraba desde su época en Nacional. FOTO archivo juan a. sánchez
18 de septiembre de 2018
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Los goles distintos y de alta factura son los que cambian la rutina del fútbol. El fin de semana, Gilberto “Alcartraz” García marcó un gol olímpico con el Deportivo Pasto al América de Cali, que le dio la vuelta al mundo.

La definición de la Fifa sobre este tipo de anotación es la siguiente: “se le dice así a aquel tanto anotado directamente de un saque de esquina sin que nadie toque el balón en su trayecto al arco”.

Sin embargo, ¿de dónde surgió ese significado? Para saberlo hay que remontarse a los años 20 cuando en un partido entre Argentina y Uruguay, el gaucho Cesáreo Onzari anotó por primera vez un gol de esta manera. Los uruguayos protestaron y esgrimieron un argumento que hoy sonaría tonto: que el gol había sido cosa del viento. Así que al parecer, por esta ironía, se le denominó “olímpico”.

“Salió porque tenía que salir. No hubo otra cosa. Nunca más pude hacer otro gol igual”, reseñaban los medios de comunicación de aquella época las palabras de Onzari.

Colombia, además de ser el único país en marcar un gol así en un Mundial (Marcos Coll en Chile 62), tiene un registro de 57 tantos olímpicos marcados en su liga.

El primero en lograrlo en nuestro país, según datos de la Dimayor, fue Alfredo Castillo con Millonarios a Junior, el 5 de diciembre de 1948. El récord con mayor número de anotaciones de esa índole lo posee el argentino Juan Ernesto “Cococho” Álvarez, quien llegó a Colombia en 1976 y, con el Cali, le marcó 3 de esta factura al Cúcuta, y de a 1 a Quindío, Junior, América, Medellín y Quilmes, 8 en total.

Tal vez uno de los más recordados en el país fue el que le marcó Mauricio Molina a Nacional en un clásico antioqueño, jugando para el rojo, el 15 de junio de 2005.

“Es más fácil patearlo con la parte interna del pie y con parte del empeine para darle potencia a la pelota y que el balón se cierre sobre la portería. Con el borde externo es más complicado. Somos muy pocos los que lo intentamos, no tenía un referente, me gustaba hacerlo y veía que cada vez que lo practicaba era complicado para el portero y los defensores, hasta que se dio”.

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