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7 y 9
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Logró un empate 2-2 ante Nacional,
goles de Daniel Mantilla y Jessy Mena, de penal. Acabó el torneo sin ganar en casa.
Leones llegó al estadio de Ditaires en medio de un fuerte aguacero. El clima gris era la mejor metáfora de la despedida del cuadro paisa que dejaba la A. De todas formas, los jugadores se lo tomaron de la mejor manera; uno de sus jugadores descendieron del bus con un semblante esperanzador. Llegaron convencidos de tener un adiós digno.
“Estamos tranquilos, vamos a dejar todo en la cancha para cerrar bien esta linda experiencia de estar en la primera división, dijo el arquero Arled Cadavid, quien confesó que, para despejar un poco la mente, observaron el primer tiempo de Boca-River.
Mientras ellos ingresaban al camerino, en la tribuna occidental sus familias ya habían “marcado territorio”, llegaron muy temprano para ubicarse en las graderías.
Padres, hermanos, sobrinos, esposas, novias, parecían pequeñas colmenas (camisetas amarillas) en un mar verde que se tomó el estadio desde las 3:30 p.m. cuando abrieron las puertas para el ingreso de los aficionados.
La lluvia cesó a las 4:40 p.m., y con el aliento de los hinchas verdes se empezó a calentar el escenario.
Mientras los directivos iban y venían en un corre corre para la fiesta futbolera que arrancaría a las 5:30 p.m., los jugadores realizaron el calentamiento y el técnico Luis Amaranto Perea dio las últimas indicaciones, abrazó a cada uno de sus jugadores y los motivó para jugar “el partido de sus vidas”.
El primero en aparecer rumbo al campo fue Nacional. Alexis Henríquez encabezaba la fila de jugadores y el estadio se encendió con los cánticos de los verdolagas.
Detrás, aparecieron los jóvenes jugadores de Leones, y las “colmenas” se agitaron en la tribuna para saludarlos.
Había terminado la espera, y mientras en la gradería doña Luceli y don Jaime, padres del lateral Jonathan Marulanda, encomendaban a Dios a su hijo y a sus compañeros, en el campo rodó el balón.
Y fueron esos familiares, los hinchas infaltables, los que celebraron primero, ante la mirada incrédula de los seguidores de Nacional.
Daniel Mantilla fue el encargado de hacerlos parar en la gradería. En la cancha los dirigidos por Perea estaban cumpliendo lo prometido, dieron todo, llegaron a cada balón y no le permitían al rival respirar.
Crecía la esperanza de cerrar con una victoria, la cual incrementó a los 20 minutos del segundo tiempo cuando Yessy Mena de penal aumentó la diferencia 2-0.
Sus familiares apretaban las manos ante cada llegada de los verdes y una angustia compartida entre felinos y verdolagas se tomó la parte final. A pesar del empate, los jugadores de Leones salieron tranquilos, un empate digno y la satisfacción de haber dejado todo en el campo .