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No podía ser un escenario más romántico: la Copa Libertadores, con un estadio lleno como lo fue el de Zulia (Venezuela), dos goles de Chapecoense y un eufórico Rafael Henzel, el relator sobreviviente que ayer dejó su alma en la narración del juego de su equipo.
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De esa manera, Chapé conmemoró los 100 días de la tragedia que marcó su historia, cuando el pasado 28 de noviembre el avión que los transportaba a Rionegro, para jugar la final de la Copa Suramericana ante Atlético Nacional, cayó sobre terrenos de La Unión (Antioquia) y dejó un saldo de 71 víctimas mortales.
Reinaldo y Luiz Antonio se encargaron de poner las alegrías de los brasileños en tierras venezolanas (2-1 sobre Zulia FC) en el debut de la Libertadores. Pero, lo más especial fue la comunión de todo el equipo para alzar los brazos hacia el cielo con la intención de dedicarles los tantos a los héroes caídos en la que fue, además, la primera victoria de este conjunto en el certamen continental.
En la mente de todos aún están los momentos de angustia y desasosiego de la madrugada del 29 de noviembre, en los cuales se esperaba por la confirmación del estado de los ocupantes del vuelo de la empresa boliviana LaMia. Tristeza cada vez que se confirmaba un fallecido y desespero cada vez que salía con vida alguno de los protagonistas, que al final eran sacados de la montaña a toda velocidad para llevarlos a un centro asistencial.
Con las horas se ratificó que fueron 71 personas las que perecieron en la tragedia, entre ellas Danilo, quien salió con vida de Cerro Gordo. Las miradas se centraban en los sobrevivientes, Jackson Follman (portero suplente que sufrió amputación de una de sus piernas), Alan Ruschel, Helio Neto -todos jugadores-, Rafael Henzel (periodista), Ximena Suárez (azafata) y Edwin Tumurí (técnico del avión).
Las decisiones inmediatas fueron las de, además de declarar el luto, suspender el encuentro y centrar los apoyos con la institución de Chapecó. Sin embargo, Colombia, y en especial Antioquia, se centró en sentidos homenajes para los fallecidos como el del Atanasio Girardot, estadio que se llenó de gente a la hora en la que se debía jugar la primera final de Suramericana. A la par, Atlético Nacional pidió a Conmebol que se le diera el título de este torneo a Chapecoense, acción que se cumpliría días después.
Con los soportes y el dolor latente en los habitantes de la ciudad de Santa Catarina (Brasil), los dirigentes del club comenzaron a gestionar la reconstrucción. Debían contratar más de 20 jugadores, un nuevo entrenador y parte del comité dirigencial, mientras muchos elencos se solidarizaron y pusieron a disposición su plantilla para nutrir la del Verdao.
En silencio, los directivos comenzaron a analizar las ofertas, el componente que tienen en las divisiones menores, los jugadores del medio local y, sobre todo, la situación económica de una entidad que debía recomponerse de manera profunda.
Al final fueron 22 jugadores contratados en los dos primeros meses del 2017, año en el que afrontan, además del torneo catarinense, el brasileirao y la Copa de Brasil, la Copa Libertadores, cupo ganado por ser los vigentes ganadores de la Suramericana. Comparte el grupo 7 con Zulia (Venezuela), Nacional (Uruguay) y Lanús (Argentina).
Como lo relata EFE, el nuevo plantel se compone de jugadores de la cantera y de escuadras catarinenses. Fueron pocos los jugadores de renombre los que arribaron a la institución, pero con esta nómina humilde apelan a dar el zarpazo en los certámenes que disputan y mostrar que son capaces para no seguir viviendo del lamento que genera la tragedia aérea. Además, fichó a Wagner Mancini, un entrenador que aseguró luchar por seguir los pasos del fallecido Caio Junior.
Por eso, la mejor manera de rendir tributo a los que ya no están se presentó el martes, ganando en el debut del equipo en Libertadores y con el grito furibundo, no solo del relator Henzel, sino de todos los hinchas de Chapecoense, elenco que está en el corazón de todos. “Teníamos que ganar para retribuir todo el apoyo recibido de Chapecó y de todo el mundo”, concluyó ayer el timonel brasileño.