viernes
7 y 9
7 y 9
De niño, John Jairo Pinilla Cubillos tuvo la suerte de encontrar placas polideportivas en casi todo Bogotá y eso le generó la inquietud de jugar microfútbol.
Tres décadas después este capitalino, amante de la música salsa, uno de los más charlatanes en la concentración y “loco” con su hija Váleri, es el referente del fútbol de salón colombiano, a quien más buscan los chicos en Bielorrusia para tomarse fotos y el hombre que empezaron a referenciar los rivales en el Mundial.
Esos cinco años de triunfos en Italia (jugó entre 2003 y 2008 con TFL Arzignano) y los dos mundiales conseguidos tienen a Pinilla ilusionado con ganar la edición 11 de la Copa Mundo para cerrar con broche de oro su carrera.
¿Qué significa este Mundial para usted?
“Es la despedida de una linda carrera en la Selección que incluye cuatro mundiales, espero terminar mi ciclo consiguiendo otra corona”.
¿Cuál es su meta?
“Ser el empuje de esta Selección para lograr el difícil objetivo: el primer título mundial en Europa”.
¿Es mayor el orgullo o la responsabilidad?
“Hay responsabilidad grande por todo lo que he hecho a lo largo de mi carrera deportiva durante más de 15 años, y está de por medio el orgullo de defender a mi país en el exterior y ratificar que este deporte es importante en Colombia. Ojalá los muchachos entiendan que vamos a jugar con mucho en contra, pero si estamos mentalizados podemos llegar lejos”.
¿Diferencias entre los pasados equipos campeones mundiales con el actual?
“En el de Bolivia-2000 nosotros éramos los jóvenes y nos tocaba aprenderle a Viviano Mena y Giovanny Hernández, entre otros. En 2011 el título fue en casa y la ayuda del público resultó fundamental. Ahora llegamos a Europa con una Selección mentalizada para ganar”.
¿Se puede vivir del microfútbol en Colombia?
“Antes era una utopía y los que lo hacíamos era porque emigrábamos como me tocó a mí en Italia; hoy es posible, porque ya hay liga profesional, se nota el respaldo y gracias a las gestiones de la Federación, en cabeza de su presidente Manuel Sánchez, las cosas cambiaron y el fútbol de salón se proyectó y se puede vivir bien de él. El micro se convirtió en una opción de vida y por eso invito a la juventud a que lo practique y le digan no a tantas cosas malas que acechan”.
¿Se considera el referente del salonismo nacional?
“Solo soy un jugador que goza con el micro, hace las cosas bien, se ha sacrificado por posicionar este deporte que afrontó muchos momentos difíciles y que por suerte ahora disfruta de las épocas lindas que vivimos con el profesionalismo y el protagonismo en los mundiales”.
¿Qué le ha dejado el micro?
“Estabilidad profesional y económica, una linda familia (mi esposa Viviana Mejía y mi niña Váleri) y muchos amigos. Tuve suerte de jugar en Europa y como he sido una persona centrada pude asegurar mi futuro y mi vida”.
¿Ha pensado en qué hacer cuando deje la actividad?
“Este deporte es mi vida, lo llevo en la sangre. Voy detrás de Viviano Mena y Giovanny Hernández, lo que significa que me gustaría ser entrenador para seguir proyectándolo”.
¿Qué les dice a los novatos de la Selección?
“Que sientan que son importantes, que esta oportunidad no todos la tienen, porque son miles los practicantes del fútbol de salón en Colombia. Ellos son unos afortunados y deben aprovechar su presencia en Bielorrusia, oportunidad única para hacer las cosas bien”.
¿Para qué está Colombia en Bielorrusia?
“Para ser campeón Mundial. Esa es nuestra única opción, porque venimos a defender el título de hace cuatro años. Con este grupo lo podemos conseguir, de esto no me quedan dudas gracias al buen fogueo que tuvimos y al gran trabajo con el profe Jaime Cuervo”.
¿Qué identifica a la Selección?
“Hay técnica, calidad, ganas y capacidad física. También contamos con trabajo colectivo y muchachos que evolucionan y llegaron dispuestos a Bielorrusia a responder como campeones. Lo mostramos al debutar ganando 5-0 ante Venezuela”.