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Cuando un equipo se acostumbra a disputar instancias decisivas como lo ha hecho Medellín en los últimos años, que afronta su décima final en lo que va de este siglo, tiene que estar preparado para hacer lo que jamás ha hecho.
Así que si el cuadro rojo quiere alcanzar la séptima estrella tendrá que remontar por primera vez una derrota en el partido de ida. Algo que hasta ahora no logró en las cuatro ocasiones anteriores en las que llegó como perdedor al compromiso de vuelta (ver recuadro 2).
No hay fórmulas en el fútbol pero sí escenarios que pueden facilitar la consecución de un objetivo, sobre todo los de índole semejante como el que pretende Medellín, remontar el 4-1 ante Junior y alzar el título, una desventaja que ningún equipo colombiano ha logrado en torneo alguno hasta ahora.
El primer ingrediente, como lo explica la sicóloga deportiva Ivonne Escobar, profesional clave en procesos exitosos como el del campeón mundial de marcha Éider Arévalo, es necesario “cerrar la competencia”.
“Lo explico de esta forma: cuando un deportista termina una competencia con un músculo inflamado inmediatamente se aplica hielo y analgésicos. En este caso es un desinflamatorio mental, por así decirlo. Por eso es vital tan pronto termina la competencia el discurso de un solo líder que tome la vocería: “no es el que más bonito hable o el más recio. Se trata de que alguien pueda interpretar la motivación emocional que facilitará la recuperación de la confianza”, explica Ivonne.
La profesional señala que en estos casos es importante no excederse en la crítica a los errores puntuales, sino restablecer la convicción grupal que acaba de quedar lastimada. Y que es más indicado que llegue por parte de algún jugador más que del técnico.
“Si se hace un buen cierre el grupo estará preparado para hacer los ajustes específicos con la competencia sin volver una y otra vez a ese mal momento”, complementa.
Dicho esto, habrá sido fundamental que en el camerino del Metropolitano alguno de los líderes del plantel haya tomado la vocería para tranquilizar a un grupo que además cuenta con jugadores jóvenes.
Casualmente en la edición del Cuadernillo Deportivo de ayer, en la nota que habla del Atanasio Girardot como el estadio que más finales ha albergado en Colombia, el barranquillero José “Ringo” Amaya narraba como fue el partido de vuelta en esa memorable final de 2004 ante Nacional, cuando jugaba para Junior y vencieron a los verdes 3-0 en el Metropolitano.
“El ruido de la tribuna era tanto que nos tenía desconcentrados. No éramos capaces de dar un pase a dos metros. Además, entras al campo con semejante ventaja, como en una nube, y de repente en la cancha Nacional no te daba tregua y nos sentíamos solos en la cancha”, recuerda.
Esa atmósfera es la que confía presenciar en el Atanasio el próximo domingo John Cardona Arteaga, académico de profesión e integrante del proyecto Cultura DIM, cuando la hinchada debe jugar un papel protagónico para cumplir el objetivo de remontar el marcador.
“Los 40.000 hinchas que ya aseguraron su presencia en el Atanasio deben meterse a la cancha, en sentido figurado, a jugar un partido con paciencia y madurez, aprovechando la capacidad goleadora del equipo. Muchos casos se han visto de remontadas famosas y esta no puede ser la excepción. Ya antes con el Deportivo Cali, ante la derrota como visitantes, por el mismo marcador, estuvimos a punto de escribir una historia hace un par de años. Lo que queda es la confianza del equipo con el acompañamiento ferviente de todos sus seguidores”, señaló.
Con estas dos tareas bien hechas, solo resta confiar en el desempeño del equipo que dice que tiene un promedio de 1,5 goles por partido este semestre y al goleador en gracia que está entre los 10 jugadores con más goles en 2018 en el planeta.
Nunca fue fácil, ni los 45 años de sequía ni las tres finales perdidas antes de conseguir la sexta. Si todos ponen de su parte seguro será más posible la hazaña.
AHORA SÍ VAN A SENTIR EL DESGASTE
Junior, que había alegado el riesgo de desgaste si se jugaba la final de ida el 2 de diciembre, y que por lo visto sobre el césped del Metropolitano demostró tener a esta altura de la temporada buenas reservas físicas, llegará al Atanasio Girardot con casi 10.000 kilómetros de viaje encima por el desplazamiento a Curitiba para enfrentar el miércoles a Paranaense por la vuelta de la Copa Sudamericana.
Además, con el desenlace del torneo internacional, el equipo barranquillero completará 69 partidos durante 2018, un promedio de 7 partidos por mes y dos por semana.
Algo que solo tiene antecedente en Colombia en los 84 partidos que disputó Nacional en 2016 o los 86 afrontó en la temporada 2014 y que es récord para un club colombiano.
La experiencia del equipo verde, contada por los mismos jugadores, indica que si bien tener la posibilidad de títulos es un aliciente emocional importante, es muy probable que en cualquier momento la carga física termine pasando factura, por lo que Junior tendrá un alto riesgo en la final copera para llegar con su nómina completa al Atanasio.
LA ESTADÍSTICA QUE BUSCARÁ ROMPER EL PODEROSO
Si el cuadro rojo quiere alcanzar la séptima estrella tendrá que remontar, por primera vez, una derrota en el partido de ida. Algo que no pudo hacer en las cuatro ocasiones anteriores en las que llegó como perdedor al compromiso de vuelta.
En 2001 perdió 0-1 con América y en el global 2-0; en 2008-2 otra vez 0-1 en la ida ante América y 4-1 en global. En el Finalización 2014 cayó en casa 2-1 ante Santa Fe y al igualar 1-1 en El Campín perdió el título. En 2015-1 también cayó por la mínima 1-0 contra Cali y en casa apenas empató 1-1 para ceder en una final cerrando en casa por primera vez.
El último antecedente de una remontada roja en Liga fue el 5 de junio de 2016 cuando revirtió una derrota 2-1 ante Cali por los cuartos de final de la Liga-1. Con goles de Hernán Hechalar y Mauricio Molina el Poderoso accedió a la semifinal, ante Cortuluá.
En las finales que disputó con formato de ida vuelta el elenco antioqueño jamás marcó más de dos goles. Hay un antecedente reciente promisorio: el 3-0 que le marcó a Bucaramanga por los cuartos de final. En las cinco finales que jugó Junior en el Atanasio, todas contra Nacional, recibió un promedio de 2,6 goles por juego.