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Cuando al fútbol le imprimen un tinte político y no deportivo, como debe ser, cualquier propuesta se cae de su peso.
Esto responde el exjugador y ahora mánager de Leones, Luis Alfonso el “Bendito” Fajardo, al preguntarle sobre la iniciativa de crear el equipo Paz Fútbol Club, integrado por exguerrilleros, exparamilitares, desplazados y víctimas del conflicto armado en Colombia.
La propuesta del gestor de paz Félix Mora, que no es de las Farc, buscaba que este elenco participara en el torneo de ascenso que organiza la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor).
Ante la posibilidad de que Paz Fútbol Club (en algunos medios de comunicación erróneamente se llamó “el equipo de las Farc”) ingresara al selecto grupo de 36 clubes que integran esa entidad, surgen inquietudes.
Una tiene que ver con la ficha, como se conoce el derecho para participar en el campeonato de la Primera B, que cuesta entre 15 mil y 20 mil millones de pesos. ¿Una organización de estas características sí cuenta con recursos suficientes para comprarla, aparte de sostener una nómina de jugadores? ¿Por qué no trabajar primero en labores formativas y luego pensar en la alta competencia?
La propuesta, presentada por Mora, fue rechazada por la Dimayor en días pasados.
Sus clubes afiliados, todos del sector privado, no estuvieron de acuerdo con abrir un nuevo cupo (ver recuadros) y todo terminó en una controversia entre él, representante de la Fundación Fútbol y Paz Construyendo País, y Édgar Cortés, asesor para deportes y cultura de las Farc, quien señaló que Mora actuó por cuenta propia y sin autorización.
“Eso afectó nuestra imagen ante la opinión pública y, sobre todo, en esos entes deportivos que son privados. Uno cuando quiere ingresar a una casa no lo hace por el techo, lo hace por la puerta”, argumentó el representante de los excombatientes.
La Dimayor y Cortés coinciden en que primero deben hacer un trabajo formativo con sus niños y jóvenes, preparándolos para la alta competencia.
Su objetivo es participar en ligas departamentales, especialmente en las zonas más vulnerables del territorio nacional.
La tarea, con buena acogida, según él, comenzó esta semana con varios acercamientos a la División Aficionada de Fútbol (Difútbol), la Dimayor y la Federación Colombiana de Fútbol para socializar su proyecto.
Cuando se le preguna por la probabilidad de que las Farc conformen un equipo profesional de fútbol, Cortés dice sin vacilar: “Yo no le quiero colgar ese Inri a nuestro proyecto, no le quiero apostar a eso. Si se da, el tiempo mismo lo dirá. La prioridad nuestra ahora es el trabajo de base, las labores con las divisiones menores”.
Llegar al balompié rentado significaría para ellos ingresar a un mercado muy rentable, que mueve millones de pesos cada año por cuenta de los derechos de televisión, la publicidad y las transferencia de jugadores.
Sería otro paso para incursionar en un escenario de la vida pública, distinto a la política. Una jugada que, por ahora, se ve lejana y costosa