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Jorge Sampaoli es el nuevo entrenador de Argentina

  • FOTO AFP
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01 de junio de 2017
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Adorador de los tatuajes, las canciones del roquero argentino Indio Solari y el estilo profesional obsesivo de Marcelo ‘El Loco’ Bielsa, Jorge Sampaoli fue presentado como entrenador de la Argentina de Lionel Messi sin haber siquiera jugado o dirigido en su país natal.

El hombrecillo de 57 años que corre y grita desaforado con voz chillona junto a las bandas de la cancha, es un transgresor nato. Un personaje más novelesco que el futbolero normal.

En uno de sus brazos tiene tatuada una frase de Ernesto ‘Che’ Guevara, el fallecido jefe guerrillero argentino que condujo una revolución socialista en Cuba junto con Fidel Castro: “No se vive celebrando victorias, si no superando derrotas”.

No conoce personalmente al Indio, creador de bandas míticas con recitales multitudinarios como Los Redonditos de Ricota, ni tampoco a Bielsa. Pero es amigo de otro músico roquero argentino que admira, Patricio ‘Pato’ Fontanet, exlíder de la banda ‘Callejeros’.

Los miembros de ‘Callejeros’ fueron hallados culpables de negligencia y sentenciados a prisión por el incendio en 2004 de una disco donde murieron 194 personas y más de 1.000 sufrieron graves lesiones. En su mayoría eran adolescentes y jóvenes.

“La música no mata”, repite Sampaoli en defensa del grupo que siempre se declaró inocente.

Pero a Sampaoli no lo fueron a buscar a Sevilla por sus excentricidades. Le fueron a pedir que tomara la conducción de la Albiceleste porque está en capilla en la clasificatoria sudamericana al Mundial de Rusia 2018.

La dirigencia argentina aceptó pagar 1,5 millones de euros por la desvinculación. “Es el mejor técnico del mundo”, lo elogió el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio ‘Chiqui’ Tapia. Sonó exagerado pero aquí cunde el hay temor a quedarse afuera de la cita mundialista.

Argentina está quinta en la tabla. Sólo gana por ahora el derecho a disputar una repesca con el ganador de la zona de Oceanía. Y para colmo le quedan cuatro duros compromisos, el primero contra Uruguay en el mítico Centenario de Montevideo.

FOTO AFP
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Fracasaron todos los DT, entre ellos Bielsa, Diego Maradona y Daniel Passarella, desde que la Argentina de Gabriel ‘Batigol’ Batistuta ganó la Copa América en Ecuador 1993.

Desde aquellos tiempos del Maradona mágico, campeón en el Mundial México 1986, los gauchos no celebran un torneo de los grandes.

Sampaoli fue un volante de juego gris en un equipo aficionado de su Casilda natal, en la pampa húmeda de Santa Fe. Colgó los botines por una lesión e inició una carrera rica en halagos, con éxitos en Juan Aurich, Coronel Bolognesi y Sporting Cristal en Perú; O’Higgins y la Universidad de Chile, Emelec de Ecuador y campeón de América con Chile en 2015.

¿Sabrá cómo hacer para que Messi no luzca solitario, sin compañeros para asociarse cuando perfora defensas y redes con la casada del FC Barcelona?

“Quiero volver atrás, al talento y el arte de la gambeta, para ir para adelante”, pregona. Su ideología futbolera luce, sin embargo, pragmática: “Mis equipos se caracterizan por presionar en campo contrario, lateralizar bien y entrar por los costados”.

El ‘loco’ del árbol

¿Es un discípulo de Bielsa?. Acaba de desmentirlo el flamante DT de Lille de Francia con sutileza: “Sampaoli no es un discípulo mío. Primero porque esa palabra no la compatibilizo conmigo. Y segundo porque en realidad yo he notado que él es mejor que yo”.

En las ‘locuras’ se parecen. Hace 20 años, Sampaoli conducía al modesto Alumni de su región. El árbitro lo expulsó del campo. Sampaoli se trepó a un árbol y desde las ramas y las hojas siguió dando instrucciones a los jugadores.

Un diario captó la escena con una foto que se hizo famosa. La vio un dirigente de Newell’s de Rosario, ciudad natal de Messi, que le ofreció contrato en una filial de la segunda división. Lo deslumbró la pasión del DT.

Tan intenso es que hay una broma en el pequeño pueblo Los Molinos, donde trabajaba en un banco. Le decían “Maradona” porque “nunca estaba en el banco”, estaba en alguna cancha.

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