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Parecía escrito que Juan David Pérez trabajaría en Cerromatoso, pero el destino lo llevó tras un balón y aún sueña con dejar huella en el fútbol colombiano.
Nació en Montelíbano, Córdoba, y su padre, Tulio, ya le tenía preparado su futuro, pero como cada quien forja sus sueños, Juan David quería tomar otro camino.
“Estudiá y enfocate bien en aprender sobre el hierro porque en eso vas a trabajar”, le reiteraba Tulio, que laboraba en Cerromatoso.
“Yo le decía que le iba a hacer caso, pero siempre mostraba mayor interés por el fútbol hasta que un día le pedí que respaldara ese sueño”. Cuenta Juan David que su padre accedió a regañadientes y hoy le hace saber que esa fue la mejor decisión.
Su familia se mudó de Montelíbano a Puerto Libertador y fue allí donde pulió sus dotes de futbolista.
“Comencé a jugar en distintas escuelas de fútbol y jugaba torneos infantiles. Mi familia se daba cuenta que era bueno y que tenía madera”.
De esa forma, su padre al fin se convencería de que su hijo labraría su futuro con los pies, pensamiento que reforzaría cuando un hombre muy respetado en la región: don Jorge Banguera le pidió permiso para que le dejara traer a su hijo a Medellín, a probarse en el fútbol antioqueño.
Juan David tuvo en el dilema de seguir al lado de su familia (su papá Tulio, su mamá Leidy y sus hermanos Aleixánder y Madelín) o de ir por su meta, ser jugador profesional.
Finalmente llegó a probarse en Envigado, pero le dieron muy poco tiempo. Pasó por Nacional y tampoco fue tenido en cuenta. Terminó jugando para Ferroválvulas. Allí, en el fútbol aficionado, comenzó su idilio con las redes contrarias. Marcó 42 goles en tres años, tantos que fueron su hoja de presentación para llegar al Boyacá Chicó.
“El técnico Álvaro Zuluaga y el exjugador Wilson Cano me informaron que había un interés de Santa Fe y Millonarios, pero finalmente se dio la posibilidad con Chicó. No supe que pasó con esos equipos y así fue como llegué a Boyacá”.
Fue en ese equipo en el que se hizo importante en el fútbol colombiano y los dirigentes de los clubes antioqueños constantemente se lamentaban por no lo haberlo descubierto antes para enrolarlo en sus equipos. Cada que los boyacenses jugaban con Medellín, Nacional o Envigado, Juan David aprovechaba para mostrar sus condiciones.
Sin embargo, el equipo que hoy todavía lo lamenta es Millonarios porque allí aceptan que no concretaron el negocio y lo dejaron ir al Chicó.
Con los ajedrezados anotó 29 tantos y el profesor Hernán Torres se obsesionó con su llegada al club escarlata.
“Conozco a Gamero y cada que veía a este muchacho me llamaba la atención. Le pregunté a él sobre su comportamiento cuando lo dirigió en Chicó y me lo referenció muy bien. Me dijo que difícilmente en Colombia hay otro delantero como él”.
De inmediato, los directivos rojos se pusieron en la tarea de concretar su llegada al Poderoso.
“Cuando supe de la oportunidad de regresar a esta ciudad y a un equipo como Medellín nunca lo dude. Quiero demostrar que los equipos de acá se equivocaron cuando me dejaron ir y estoy seguro que tendré la oportunidad de marcar muchos goles”, dijo convencido el delantero.
Pérez cree que en su trasegar por el fútbol siempre ha estado la mano de Dios. “En 2013 sufrí un esguince que me sacó de las canchas 3 meses, pensé que no iba a regresar igual, pero me recuperé y me siento en la misma condición física que he tenido. Esas son cosas divinas”.
A sus 23 años se ha consolidado como uno de los mejores delanteros del fútbol colombiano, pero sueña con llegar a Europa y emular a su ídolo, Radamel Falcao García.
“Soy un convencido de que tengo las condiciones para lograrlo si Dios me libra de lesiones graves y también, hubiera sido muy bueno para trabajar con hierro”, dijo Juan David entre risas.