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Didier trajo alegría y fuerza al MedellínAtrás quedaron las épocas en las que Didier Andrés Moreno corría y jugaba descalzo por las playas de Sibirú, una pequeña vereda de Bajo Baudó (Pizarro), Chocó, en la que habitan cerca de mil habitantes.
Allí, entre el río y el mar, el hijo de Sergio Moreno y Mirna Asprilla, maestros de profesión, dio sus primeras patadas al balón y descubrió que en el fútbol estaba su futuro.
“De allá vengo y me siento contento y orgulloso, porque su gente me apoya, y en forma permanente me envía energía positiva”, relata el mediocampista del Medellín, que hoy será titular ante el Junior en el estadio Atanasio Girardot.
Y es que Didier no olvida sus raíces. Este muchacho de 22 años visita su pueblo durante las vacaciones, a pesar de que la familia ya se radicó en Quibdó.
Cuando no estaba jugando con sus compañeros, pescaba y ayudaba a los mayores en el cultivo de algunos productos de la región. Siempre fue inquieto y dinámico, como lo refleja ahora en la cancha con el Poderoso. “Este es el destino que Dios me preparó y yo me esforcé para llegar al profesionalismo”, dice el tercero de un hogar de cuatro hermanos y único dedicado al balompié, mientras confiesa que llegar al fútbol paisa, especialmente al Medellín, fue la realización de un sueño.
Alegre por naturaleza
Didier encuentra alegría en el deporte y dice que la vida es para disfrutarla. Pero aclara que cuando hay que estar serio lo hace, como se le ve en los entrenamientos.
Su presente es generoso y eso lo refleja en el trabajo, gracias a la estabilidad que le da su señora María Catalina Suárez, una bumanguesa con la que, añade, va “por buen camino”.
Los ratos libres los dedica a escuchar música salsa, a ver películas y jugar play. También se considera un buen lector, algo que le inculcó desde pequeño su mamá. Paulo Coelho es su autor favorito.
Cantera americana
Su carrera futbolística empezó a forjarse en las divisiones menores del América de Cali, donde mostró el talento que lo llevaría a la Selección de Colombia sub-20 que disputó el Mundial y el torneo Esperanzas de Toulon en 2011. Luego vendría su paso al rentado con Santa Fe, Huila y Medellín.
Aunque valora el aporte y la confianza que recibió del técnico Hernán Torres, Moreno se nota feliz con la llegada de Leonel Álvarez al equipo rojo de la montaña.
La presencia de Leonel, una persona que jugó en la misma posición que él desempeña en la actualidad, le genera alegría. Manifiesta que es de todo su agrado, una motivación adicional por tener al lado a quien tanto le ha dado al fútbol colombiano. “Tengo mucho que aprender de él, sabe demasiado como persona y como estratega, me puede aportar mucho para seguir creciendo”.
Su meta, a corto plazo, es contribuir con el título del Medellín, luchar por un puesto en la Selección de Colombia de mayores y más tarde emigrar al fútbol internacional, ojalá a Europa que es la ilusión de todo futbolista.
“Me siento seguro del trabajo que estoy haciendo, de la evolución y sé que algún día llegará esa oportunidad de la Selección”.
Hoy, cuando salte a la cancha del Atanasio Girardot y sienta de nuevo el aliento de los aficionados, entregará el alma por la causa roja, en una institución que busca hacerlo ídolo. El talento y la personalidad los tiene, vienen de cuna. Para que ese reconocimiento de la fanaticada sea completo, quiere la victoria ante Junior para pasar a semifinales.
“En este momento estamos tranquilos -señala Didier, hay más calma y cabeza fría tras superar el cambio de entrenador, dejando atrás ese episodio, mentalizados y enfocados a llegar a la final de la Liga Águila-1”.
El jueves, en el Metropolitano, empataron 2-2, pero luego en los escritorios les dieron el triunfo por 3-0 y solo les basta un esfuerzo adicional para avanzar. Porque como dice Didier, “de nada basta haber estado en los primeros lugares y quedarnos al final”. Las faenas de la infancia en las playas de Sibirú lo inspiran hoy.