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Tarde soleada, la promesa de llegar a una semifinal y el estreno de Leonel Álvarez como técnico del DIM en el Atanasio. Todos, ingredientes que invitaban a los hinchas al estadio para ver la victoria de su equipo 1-0 sobre el Junior de Barranquilla.
Muchos llegaron tarde y a menos de 10 minutos de que comenzara el encuentro todavía habían largas filas en las puertas de acceso.
Salió el rojo a la cancha y de inmediato las palmas y el reconocimiento para Leonel, que respondió también con aplausos al recibimiento de la hinchada.
Los aficionados tenían claro que Medellín no se podía relajar por el triunfo 0-3 que le otorgó la Dimayor tras la sanción de Junior al alinear cuatro extranjeros en cancha cuando la norma permite tres. “Que hagan de cuenta que vamos 2-2, porque si no Junior nos mete un susto”, comentaba el hincha Arturo Martínez.
A los 8 minutos el Junior explotó una pelota en el palo y ya preocupaba. En ese primer tiempo el DIM parecía anestesiado, más pendiente del árbitro que de jugar bien, mientras Junior le manejaba la pelota y los gritos desesperados de Leonel, desde la raya, no hacían reaccionar a sus dirigidos.
Llegó otra mala noticia a los 25 minutos: Andrés Mosquera salía por lesión. Pero su reemplazo, Diego Herner, hizo olvidar su ausencia poniendo ganas y seguridad. Además, intentando despertar a sus compañeros.
En la etapa complementaria el rojo salió con otra actitud y a los dos minutos Charles Monsalvo desperdició una opción clara frente al portero Sebastián Viera. De ahí en adelante fue un partido de ida y vuelta hasta la expulsión de Didier Moreno. Vino el asedio juniorista y dos atajadas, a quemarropa, del portero Anthony Silva reanimaron a la tribuna que empezó a empujar al equipo con su aliento.
Ya olía a semifinal, pero la hinchada no quería quedar con el sabor de que en la cancha no se había ganado lo que al rojo le dieron en el escritorio. Ese mensaje llegó a los jugadores y se repitió una situación que hace parte de la historia del equipo: “todo lo del Medellín es sufrido”.
A un minuto del final llegó un balón largo que recibió Caicedo. El delantero se metió al área con potencia y alma, hizo un amague que lució como que si se hubiera equivocado, pero no, lo tenía calculado. Envió el balón al centro del área, Marrugo remató y en el rebote apareció el argentino Hernán Hechalar para hacer explotar de júbilo a los 33.275 aficionados presentes y así acercar un poco más la sexta estrella al escudo escarlat.a