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Se pensaría que en pleno siglo 21 la “brujería” y las supersticiones son temas del pasado; sin embargo, al parecer en el fútbol de Colombia es al contrario: esta más vigente que nunca y como en el cuento de las brujas, “de que las hay, las hay”.
Y es que además del pobre desempeño que tuvo el Medellín en el juego de vuelta de los cuartos de final de la Liga Águila-2 frente al Bucaramanga, el técnico Octavio Zambrano se quejó de unas situaciones “anormales” que afrontaron en el camerino del estadio Alfonso López, que incluyen un peligroso químico y un extraño gato negro.
“Cuando entramos al camerino percibimos un olor muy fuerte, pensábamos que habían pintado y que quizás era eso, pero el olor era demasiado penetrante y cuando investigamos descubrimos unas bolas blancas cargadas con alcanfor”, contó el entrenador.
Zambrano reveló que estaban escondidas, pero que cuando los jugadores empezaron a calentar las fueron descubriendo. “En el momento que sucedió llamé al comisario del partido y le mostré. Él verificó lo que eran y se sacaron de ahí, pero los jugadores ya habían absorbido ese olor”.
El entrenador dice que si hubiera sido pocas el número de ellas, pensaría que eran para espantar los mosquitos o los insectos, pero según él, eran cerca de 40 cargadas con ese químico.
“30 0 40 de esas bolas crean un olor indescriptible. Tengo entendido que en exceso funciona como un sedante y que el sistema nervioso se ve afectado, pero eso lo debe corroborar un toxicólogo”.
Entre las contraindicaciones de este químico aparecen las siguientes: irritación de las vías aéreas, congestión bronquial o broncoespasmos, cirrosis hepática, irritación de la piel, asfixia. La ingesta oral puede causar envenenamiento, irritabilidad, coma y hasta la muerte en dosis exageradas. También tiene efecto narcótico y de alucinaciones.
Así lo confirma, Hugo Alberto Gallego Rojas, médico toxicólogo de la Universidad de Antioquia y quien trabaja en la Clínica Las Américas.
“Es un derivado de hidrocarburos y libera los aromas. Genera euforia inicial pero después da somnolencia y lentitud a la hora de reaccionar. El efecto que más dura es el depresor, el de la falta de reacción, y sí, es posible que afectara a los jugadores”.
Agrega el especialista que ese producto ataca la respiración. “Cuando el olor es muy concentrado, a muchas personas, sobre todo, a los asmáticos o alérgicos, se les puede apretar el pecho y dificultarle la llegada de oxígeno”.
El técnico Octavio Zambrano fue enfático en que no quiere que esta situación se vea como disculpa para el regular desempeño que tuvo su equipo, pero sí que era necesario contar y alertar sobre el tema para que se investigue.
“De la manera que jugó el equipo fue muy raro, una cosa muy extraña. Nunca lo vi jugar así ni siquiera en la derrota 3-0 contra el Tolima en la fase de todos contra todos”.
El ecuatoriano dice que más allá de esto quiere dejar el tema ahí, porque después le van a decir que son puras excusas. “Ya dije que estaba molesto porque el equipo no había jugado bien, asumimos que no fue nuestra mejor noche, pero eso sucedió y no lo podemos obviar”, insistió en diálogo con EL COLOMBIANO.
Como si fuera poco, el estratega reveló que además del alcanfor, había un gato negro adentro del camerino.
“Fue también muy extraño, porque nosotros tratamos de sacarlo y no lo pudimos hacer. Quienes estaban cuidando la puerta no la querían abrir para que saliera”.
Explicó que para él, que no es un tipo supersticioso, eso no es un problema. “Si se me cruza un gato negro en la calle o paso debajo de una escalera, para mí no tiene ningún efecto, pero para muchos jugadores, la mayoría, que sí creen en cábalas, eso juega en la parte mental”.
El estratega rojo dice que esas situaciones eran del fútbol de antes. “Eso ya no se usa. Era en la época de los pincharratas de Carlos Bilardo, cuando hacían este tipo de cosas para tomar una ventaja sicológica y otras veces en la parte física, 40 o 50 años atrás. Ahora es inaceptable. Y no fue producto de mi imaginación”.
Cuando el técnico Zambrano se refiere a los pincharratas de Bilardo habla de que hay denuncias que no han sido probadas en torno a que el equipo Estudiantes, que dirigió el argentino, así como el Cali, tenían métodos poco ortodoxos, como el de pinchar a sus rivales con alfileres.
De manera jocosa, cuando se le pregunta a Bilardo por ese tema ha dicho que si los jugadores lo hacían era porque “tenían la intención de revisar el correcto nivel de azúcar en sangre de sus rivales”.
Así pues, se puede decir que a Medellín no lo sacaron de las semifinales ni Bucaramanga ni el alcanfor ni el gato negro. Ahora viene Tolima.