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Torres, frentero y de corazón noble

El hombre recio y sensible ante las injusticias, el papá y el hijo que hay detrás del entrenador del DIM.

  • “Como técnico me toca reprender y regañar a mis jugadores, como si fuera un papá. Gracias a Dios tengo un grupo muy maduro y noble que escucha y corrige”, afirma Hernán Torres, técnico del DIM. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
    “Como técnico me toca reprender y regañar a mis jugadores, como si fuera un papá. Gracias a Dios tengo un grupo muy maduro y noble que escucha y corrige”, afirma Hernán Torres, técnico del DIM. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
23 de noviembre de 2014
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Cuando al técnico Hernán Torres Oliveros le preguntan cuál sería su felicidad más grande, de inmediato sus ojos se iluminan y las palabras le salen cargadas de emoción: “ser campeón con el Medellín, eso sería ¡inmenso, inmenso, inmenso!, un regalo de Dios que disfrutaría mucho”.

Por ese sueño trabaja este hombre de 53 años de edad, solitario, de sonrisas escasas, frentero y explosivo, pero que como él señala y lo reconocen los jugadores y colaboradores del cuerpo técnico, “tiene un corazón grande y noble”.

“Dicen que soy bravo porque me río poco. Simplemente hago cumplir las normas como en cualquier empresa y más en un grupo de alto rendimiento. Fui arquero, tuve camerino, sé cómo deber ser el comportamiento y trato de que se cumplan las reglas. No me considero un técnico militar, pero tampoco el bobito que a todo le dice sí. He aprendido a apretar y soltar, como debe ser el manejo con el futbolista”.

Reitera que habla duro, pero que tampoco es amargado como equivocadamente algunas personas creen. Recuerda que él tiene sus momentos de alegría y sensibilidad. “El corazón me carcome cuando obro mal, reconozco las equivocaciones y si tengo que ofrecer disculpas lo hago. No soy radical ni llevado de mi parecer”.

Herencia familiar

El carácter lo heredó de sus padres de quienes vive eternamente agradecido por la educación que le dieron. Ellos residen en Ibagué y fueron testigos, el pasado jueves, del triunfo 2-1 del DIM sobre el Tolima, luego de 12 años de intento fallidos en esa ciudad.

Su mamá Nohemí Oliveros, ama de casa, también es seria y de mirada fuerte, “pero es noble, sensible, una mujer de Dios”. Su padre, Hernán Torres, jubilado, y contrario al actual timonel rojo, es un hombre jovial y de sonrisa permanente.

Más allá del rol que ejerce como entrenador, Hernán Torres siente el entorno. Le duele la injusticia y sufre a diario al ver tantos problemas sociales en la ciudad.

Cuenta que lo entristece ver a un niño o a un anciano aguantando hambre, y le da ganas de llorar al ver tanta gente debajo de los puentes. “Eso me parte el alma, también ver un niño sin juguetes en diciembre, sentir tanta pobreza y necesidades alrededor me parte el alma, me toca el corazón”.

Lo que más le saca la piedra, fuera de que su equipo reciba goles “bobos e inocentes”, es la falsedad, la que intenta evitar siempre en su actividad “que se presta mucho para eso”.

Además de sus padres, otros seres ocupan un lugar especial en la vida de técnico del Medellín. Su hija María Camila (“los ojos de mi cara”), de 18 años y quien lo mantiene feliz y orgulloso por su comportamiento, “es ordenada y juiciosa”. Estudia en la Universidad La Sabana”.

Y su esposa Mónica, a quien conoció siendo arquero y se convirtió en el soporte familiar, y a la que le da todos los méritos. Ellas, que tienen la sede en Bogotá, con las que se reúne en forma periódica y han entendido y soportado las ausencias del hombre de la casa por su trabajo, con una sola mirada ablandan el corazón de Hernán Torres, el estratega que triunfa con Independiente Medellín.

15
triunfos lleva en su campaña (10 de local y 5 de visitante), 6 empates (2-4) y 11 derrotas (4-7).
53
por ciento es su rendimiento total con los rojos. En el actual torneo aparece con un 60 por ciento.
32
partidos ha dirigido al DIM desde su llegada, el 21 de febrero de 2014: 12 en el primer semestre y 20 en el segundo.
53
años de edad tiene este entrenador tolimense que también fue arquero del Independiente Medellín.

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