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Once clubes tiene Carlos Valencia en su haber, pero parece que encontró su lugar en el Medellín.
En la actualidad no pasa por un buen momento y Leonel decidió relevarlo de la nómina titular. Sin embargo, su sentimiento por un club que le permitió de nuevo regresar y mostrarse en el país no lo hace claudicar en su intención de volver a convertirse en un baluarte.
“En el fútbol, como en todas las profesiones, uno tiene días buenos y malos. Me gusta que Leonel me hable de frente y me diga qué errores y responsabilidades tengo; así lo ha hecho después de los últimos partidos”.
Dice que ha sido difícil perder la posición, sobre todo, porque su familia siempre lo quiere ver jugando.
“Es complicado explicar a la gente que te quiere cuando estás en una situación adversa, pero la idea es mejorar y salir adelante por el bien mío y el del equipo”.
Es un trotamundos. Debutó a los 18 años, no en Colombia sino en el River Plate de Argentina, al que accedió gracias a un cazatalentos.
Después de varias ofertas del exterior llegó al fútbol francés para jugar en el Dijon, en el año 2008. Sin embargo, Argentina volvería a ser su destino para vestir los colores de Estudiantes de la Plata.
Por esas cosas del fútbol le toca enfrentar, en su debut, al River Plate, el 5 de julio de 2009, y marcaría su primer gol como profesional ante el Independiente De Avellaneda.
“Era muy joven pero siempre quise jugar en Colombia. Pero nada que me llegaba la oportunidad”.
Así, con buenos torneos fue pasando por varios equipos: Godoy Cruz (Argentina), Luqueño (Paraguay) y Portimonense (Portugal).
Por fin, en 2011 se cumpliría su sueño de jugar en Colombia, llegó al Deportivo Cali.
En el resumen de los partidos en los noticieros mostraban un puntero de esos antiguos: veloz, con gambeta y desequilibrante. Pero, esa no era su única función, también jugaba como lateral cuando las circunstancias así lo exigían.
“Era muy individualista, todos los técnicos me lo decían y de a poco me fui volviendo más colectivo”.
Otra vez desde el sur del continente le hacían un nuevo llamado. Chacaritas Juniors quería contar con sus servicios y dejó al Deportivo Cali, después de haber sonado con fuerza para una Selección Colombia.
Esta vez no tuvo suerte y rápidamente se fue perdiendo en el panorama futbolístico. Terminó arribando al fútbol chileno para jugar en el casi desconocido Copiapó.
“Era una tierra muy bonita, una localidad desértica, pero con gente muy amable. Para jugar al fútbol estaban dadas todas las condiciones, pero sentía la soledad de los amigos, la familia y el país”.
El técnico Hernán Torres lo tenía referenciado y lo recordaba muy bien de aquel paso por el Cali en 2011. Él también se preguntaba que había pasado con ese jugador. Torres estaba dirigiendo al Medellín y decide dar el visto bueno para su llegada.
“Fue la mejor noticia que recibí, aunque sabía que me tenía que poner en forma y bajar de peso”. Carlos se comprometió y eso hizo, ganándose un lugar en la titular.
“Después llegó Leonel y me dio también confianza. Eso es lo que me da fuerzas para seguir peleando por un lugar. El profe no ha contado conmigo en estos partidos, pero trabajo para volver a tener la oportunidad”.